Un documental de la plataforma Prime Video ha encontrado al hombre que asegura ser el autor del incendio del edificio Windsor de Madrid, el rascacielos que ardió en el 2005 hasta quedar reducido a cenizas. Diecinueve años después, un mercenario del crimen como Jon Imanol Sapieha, conocido como El Sapo, confesó que él provocó el fuego tras recibir el encargo de hacer desaparecer una carpeta de una de las oficinas. Lo ha hecho en la segunda temporada de El Sapo SA: memorias de un ladrón. En la primera temporada, el hombre explicó cómo había robado las obras de arte de Esther Koplowitz, se había llevado el botín de la caja fuerte del banco de Yecla y en el 2008 se encargó del operativo para liberar a la tripulación del pesquero Alakrana secuestrada por unos piratas de Somalia. Ahora se ha atribuido el incendio del que la policía nunca encontró al culpable. De hecho, siempre ha existido el debate sobre las causas. Algunos de los implicados en la investigación consideraban que fue fortuito, fruto de un cigarrillo mal apagado. Pero, por otra parte, la importancia de algunas de las empresas que tenían su sede en el Windsor y la relevancia política de algunos documentos hicieron aparecer la hipótesis de la premeditación. El caso, encima, tenía misterio añadido porque, con el edificio en llamas, en las ventanas se detectaron las sombras de algunas personas que todavía estaban en las oficinas. En El Sapo SA., Jon Imanol Sapieha, tiene muchas de las respuestas que nunca se lograron descubrir.
El espectador curioso por el caso puede pasar directamente a la segunda temporada de la serie porque son historias independientes. Quizá sea conveniente que mire los primeros minutos del capítulo inicial de la saga para entender el currículo y el talante del Sapo. Es posible que necesite poner subtítulos porque el protagonista cuesta un poco de entender en algunos momentos.
La versión del Sapo sobre su autoría es el hilo conductor del documental, pero cada una de sus explicaciones se contrasta con las intervenciones de personas vinculadas a la investigación: policías, bomberos, vigilantes de seguridad, arquitectos, responsables de las aseguradoras... Por tanto, el espectador puede ir valorando la solidez de las explicaciones del mercenario. Hace casi un año, la plataforma HBO Max estrenó la serie documental La maldición del Windsor, donde se intentaba investigar el caso. En cierto modo, el estreno de esta segunda temporada deEl Sapo SA complementa la historia.
El delito del incendio del Windsor ya habría prescrito. Pero, sin embargo, cuesta un poco entender la razón que lleva a El Sapo a hacer ahora esta revelación. Más allá de atribuirse su autoría, no explica ni quién le hizo el encargo, ni de qué documentos se trataba, ni de qué despacho les sustrajo. Por tanto, la información decisiva sigue siendo un misterio. Por tanto, es inevitable pensar si El Sapo se autoimputa un delito por razones de notoriedad y ego. Su personalidad psicopática podría justificarlo. Y que su confesión incendiaria no sea otra cosa que una oportuna cortina de humo para vendernos una temporada más de la serie.