¿Conoce la herramienta doméstica que nos salva del caos y la perdición?
Un periodista se reencuentra con una gran actriz de la escena catalana para realizarle una entrevista en la radio. Habían coincidido meses antes, cuando él le hizo un reportaje en su casa. Mientras hace tiempo durante los anuncios, el periodista le comenta: “Aún me acuerdo de ese calendario que tenías en la nevera donde anotabas todos los asuntos familiares y las actividades de tus hijos”. Ella, con una sonrisa, asiente: “Si no fuera por ese calendario, mi casa sería un caos y yo estaría perdida”.
Y tiene razón. La nevera es el único electrodoméstico al que se avecinan todos los integrantes de la familia sin excepción, sin pereza y en repetidas ocasiones. Si se cuelga a la altura adecuada, cada vez que se abre la puerta el destello en el calendario es inevitable y rutinario. El calendario sujeto con imanes se convierte en el epicentro de la organización del hogar. Dos páginas a la vista, el mes corriente y el siguiente, con las casillas lo suficientemente grandes para que se puedan anotar unas cuantas tareas cada jornada. La densidad de las tareas y los colores para poner énfasis en los asuntos más importantes sirve para hacerse una idea del nivel de estrés doméstico de la semana. Cuando ves que se avecina una maraña de anotaciones que luchan por hacerse sitio en el recuadro debes extremar precauciones y revisar las tareas para coordinar responsabilidades.
Todo el mundo tiene el compromiso de anotar las actividades que tienen repercusión en las dinámicas familiares. Quien se olvida de escribir algún asunto que afecta a la organización global no puede gruñir y lamentar que las sinergias no hayan contribuido a aquella causa. Celebraciones y cumpleaños, festivos intersemanales, salidas de fin de semana y excursiones, exámenes, actividades culturales para las que hay entradas compradas e, imprescindible, los partidos del Barça especificando al rival, para ver si están en casa o fuera. El fútbol actúa a modo de reserva global de la franja horaria, que cancela cualquier otra actividad simultánea. El calendario de la nevera es el espacio donde coinciden, en la misma casilla, la visita al dentista, una jornada de Champions y el recordatorio para felicitar a un pariente. Es el secretario más eficiente. Te avisa de que se debe recoger la ropa de la tintorería, te recuerda que vendrá el cerrajero y te hace memoria de la reunión de vecinos siempre que hayas sido diligente a la hora de anotarlo. Todo el mundo tiene el deber de apuntar las comidas que no hará en casa, especialmente si esto implica preparar una fiambrera que debe prepararse con antelación. En la época de crianza, es también el salvavidas que te ayuda a verlas venir sin caer en dramas de última hora. La semana de Carnaval con la consigna de todos los días. Mañana un calcetín de cada color, pasado mañana con pijama y el miércoles con sombrero. El día de libre elección que no recordabas, una fiesta de cumpleaños, la reunión de padres, el concierto de Navidad, las colonias y los partidos de voleibol del sábado. El último día de curso y el primero del esparcimiento. Y permite reservar a la canguro con una anticipación ejemplar.
El mejor momento llega después de las vacaciones. Imprimir las doce páginas y marcar los must de cada año, estableciendo la categoría de colores para alertas o celebraciones.
A la hora de asumir nuevos compromisos, la visita a la puerta de la nevera es obligatoria: sirve para evitar tres cenas seguidas fuera de casa, para que no compres entradas para el teatro en día de partido y para ir pensando el regalo de un cumpleaños cercano. Si estás fuera de casa, antes de envolver la madeja pides ayuda por móvil: “¿Alguien me puede enviar una foto del calendario de la nevera?” Ahora bien, cuando ves una casilla en blanco, sabes que es el día en que tienes derecho a improvisar.