Cuerpo y Mente

¿Podemos controlar las cosas que nos pasan?

Hablamos sobre todo lo que nos puede ofrecer el estoicismo para mejorar nuestra vida diaria con Pepe García, autor del libro ‘Siempre en pie’

Cuerpo y mente
05/12/2022
4 min

BarcelonaA menudo las frases más sencillas son las que están más cargadas de verdad. Hace más de dos mil años un filósofo llamado Epicteto dijo que de todas las cosas que existen las hay que dependen de nosotros y otras que no. Así de simple y así de trascendente. De hecho, esta es una de las premisas básicas del estoicismo, una filosofía griega que todavía hoy aporta mucha claridad a la hora de enfrentarnos a las situaciones que se nos presentan a lo largo de la vida. Al menos esta es la opinión de Pepe García, divulgador de filosofía estoica y autor del libro Siempre en pie (Plataforma Actual, 2022). “Tenemos que aprender a diferenciar que hay cosas que podemos controlar y cosas que no podemos controlar”, explica García. ¿Y cuáles son las cosas que no podemos controlar? Por ejemplo que encendamos la tele y en las noticias salgan datos preocupantes sobre la economía, la guerra o el covid. “No es que no nos tengamos que preocupar por estos temas, pero en nuestro día a día poca cosa podemos hacer”, afirma el autor. En este caso, “se trata de aceptar que no podemos hacer nada y centrar nuestra energía diaria en cosas en las que sí podamos hacer algo”.

Entonces, ¿cómo encaramos las cosas que sí podemos controlar? García explica que, dentro de la filosofía del estoicismo, existe lo que se conoce como la ética de la virtud, que vendría a ser el hecho de actuar según la razón y no dejarse arrastrar por las emociones. Y dentro de esta ética está lo que los estoicos denominan “las cuatro virtudes”: la sabiduría práctica, la justicia, el coraje y la moderación.

Las cuatro virtudes

Vayamos por partes. ¿Qué significa sabiduría práctica? “No es solo acumular conocimientos y datos, sino también saberla aplicar para conocerte a ti mismo y poder gestionar mejor tu vida para ser más feliz”, matiza el experto. En cuanto a la justicia, García aclara que no se trata de la justicia legal, sino al hecho de ser bondadoso y compasivo. “De poner a los otros delante, de ayudar y trabajar en comunidad”, explica. Por otro lado, el coraje es aquella fortaleza y capacidad de enfrentarte a las cosas que te dan miedo, a aquellas dificultades de la vida que, una vez las superas, te hacen más fuerte. Y, por último, la moderación, que García traduce como “la autodisciplina de no solo hacer lo que toca, sino también saber disfrutar de las cosas con moderación, sin llegar a los extremos de o no permitirnos nada o permitírnoslo todo”. Un punto intermedio que supone todo un reto para los que se adentran en la filosofía del estoicismo.

Con todos los puntos anteriores, no es extraño que en el imaginario colectivo las personas estoicas aparezcan como frías y demasiado racionales. Frases como “aguantar como un estoico” son ejemplo de ello. Para García, la realidad es muy diferente. “Es verdad que intentan vivir las adversidades con serenidad y quieren aprender a gestionar las situaciones y emociones negativas; pero también intentan fomentar las emociones positivas y hablan de temas como la alegría, las relaciones, el hecho de tener hijos, los cuidados, el matrimonio y la fidelidad”, apunta el autor.

Saber discernir

La teoría está muy bien, pero ¿cómo podemos llevar a la práctica el estoicismo en nuestro día a día? Hay diferentes maneras. Una es la que nos llega del filósofo Epicteto, que propone que, ante cada situación que te suceda, actives la “regla del discernimiento”. En otras palabras, que tengas un diálogo interno en el que te preguntes si el hecho en cuestión está bajo tu control o no. Incluso puedes compartir esta frase si ves a alguna persona sufriendo. “Si te preguntas esto varias veces al día, lo acabas incorporando a tu manera de ver las cosas y ganas serenidad”, dice García, que añade que este pensamiento también es una responsabilidad. “Cuando uno empieza a pensar en lo que sí puede controlar, ves que hay muchas más posibilidades de lo que se pensaba”, afirma.

Otra manera de practicar el estoicismo nos viene de Séneca, que apostaba por tener siempre presente que un día nos moriremos. “No como una manera de martirizarte, sino para sacar más jugo a la vida”, matiza García. “Es entender que la muerte es parte de la vida y que todos nosotros estamos igual de cerca de la muerte. Por lo tanto, nos tenemos que preguntar cómo queremos que sea esta vida”, sigue.

Por su parte, Marco Aurelio se dedicaba a escribir un diario filosófico, que no dejaba de ser un cúmulo de meditaciones y reflexiones privadas que lo ayudaban a conocerse a sí mismo. Trasladado a la actualidad, García propone escribir un diario personal con dos partes muy diferenciadas. Una parte se escribiría por la mañana, donde se pueden plantear los retos del nuevo día, cómo se querrían encarar y con qué valores. Más tarde, por la noche, se escribiría un repaso de cómo se han enfrentado las acciones, qué se ha hecho bien y qué no y qué se podría hacer mejor al día siguiente para corregirlo.

Incomodidad voluntaria

Enfrentarse a los miedos y ansiedades del día a día también forma parte del estoicismo, una filosofía que ha influenciado mucho la terapia cognitivo-conductual. En el caso de los estoicos, se sugiere el ejercicio de la “incomodidad voluntaria”. “No se trata de masoquismo, sino de pensar «Qué puedo hacer que sea incómodo, pero que podría ser bueno para mí?»”, explica García. Un ejemplo sería el caso de una persona que tiene pánico a hablar en público. Primero podría empezar haciendo una presentación consigo misma, después ante alguien de mucha confianza, más tarde ante amigos y, finalmente, haría una conferencia ante un amplio público. “Es ir superando los miedos poco a poco y pensar que esto es como el ejercicio físico, que puede ser una incomodidad, pero sabes que es bueno para ti”, apunta el experto. La idea es, al final, irse construyendo un carácter que te permita enfrentarte a las cosas. Eso sí, García asegura que esta no es una filosofía rápida de aprender ni conseguirá hacerte feliz en cuatro días. “Como decía Pierre Hadot, el estoicismo es el arte de dominar el discurso interior”, apunta el autor. Esto significa aprender a controlar nuestros pensamientos, la manera de hablarnos y de percibir el mundo. Son cosas que no se pueden cambiar de un día para el otro. ¿El secreto? Tiempo y paciencia.

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