Cuando el creador de los Geyperman y de Juegos Reunidos perdió la partida
La Navidad de 1954 Antonio Pérez Sánchez se frotaba las manos. Desde la calle Eduard Boscà número 33 de Valencia, este joven empresario veía cómo le caía la primera lluvia de billetes. Tras nueve años picando piedra, la fábrica de juguetes Geyper había logrado lanzar un producto de éxito: el Walki-Talki Teléfono Interplanetario. Ambientado en el mundo galáctico de Flash Gordon, un montón de niños y niñas se morían de ganas de tenerlo. “Sin batería, sin conductores eléctricos, con señales acústicas de llamada, hasta 100 metros de cobertura...”, destacaba el llamativo envoltorio. A principios de enero, pocos días antes de Reyes, el Walki-Talki de Geyper ya se había agotado en la mayoría de tiendas de España. “Importante: hemos recibido nuevas remesas de los modernos Teléfonos Interplanetarios”, destacaba un anuncio de la juguetería barcelonesa El Áncora de Oro en La Vanguardia, el 4 de enero de 1955. Pérez había triunfado.
Éste fue el primer producto de masas de una de las fábricas de juguetes valencianos más famosos de todos los tiempos. Geyper acababa de empezar su época de oro. Tan sólo un año más tarde comercializaría el Cadako, un juego de construcción educativo que volvió a causar furor: era como el popular Mecano pero con elementos de plástico, lo que abarataba su coste y permitía a Geyper venderlo a un precio más bajo. "La empresa supo posicionarse enseguida como pionera en un mercado naciente de juguetes innovadores y de calidad", recuerda Carolina Luis-Bassa, directora del departamento de empresa y gestión estratégica de la UPF-Barcelona School of Management y experta en marketing. Con el éxito de Cadako bajo el brazo, Geyper lanzó Juegos Reunidos, la joya de la corona. La empresa de Pérez Sánchez había logrado albergar hasta 55 juegos de sobremesa en una sola caja: desde el parchís y la oca hasta la ruleta, el ajedrez y las cartas. La sonrisa del niño rubio que ilustraba su tapa llegó a todas las casas.
Durante los 60 y 70 Geyper exhibió músculo. Encadenando éxitos supo hacer frente a los competidores. El golpe magistral llegó en 1973, cuando Geyper anunció haber conseguido la licencia de Hasbro para comercializar los Action Man en España, bajo el nombre de Geyperman. El producto arrasó. “La empresa era visionaria y supo aprovechar que el país empezaba a mirar fuera de sus fronteras –recalca la experta–. Durante cuarenta años Geyper logró crear juguetes de gran aceptación, pero a principios de los 80 el negocio empezó a torcerse”, explica. Tal y como recuerda Luis-Bassa, “la subida del precio del plástico, la entrada de competidores con muñecos más baratos y el boom de las primeras videoconsolas tocaron las finanzas de la empresa -apunta-. En 1987 la empresa estaba llena de deudas y tuvo que cerrar definitivamente”, recuerda.
“Geyper sufrió el típico caso de miopía de mercado: el hecho de haber sido una empresa innovadora hizo que se confiara y no supiera reaccionar a tiempo ante la llegada de la electrónica al mundo de los juguetes”, apunta Luis-Bassa. Hoy Bizak sigue comercializando algunos de los productos de la antigua Geyper. En la calle Eduard Boscà 33 de Valencia ahora ya no queda ni rastro de la fábrica. Una promotora acaba de construir el Edificio Palau, con 23 viviendas de 2, 4 y 5 dormitorios.
La lección
“Si las empresas de éxito quieren seguir teniendo que deben estar atentas a los cambios de mercado para conseguir adelantarse a las tendencias -explica Carolina Luis-Bassa, directora del departamento de empresa y gestión estratégica de la UPF-Barcelona School of Management-. Pero siempre recordando la propuesta de valor que las hace únicas”