Las unidades de escolarización compartida (UEC) son una buena herramienta para la sociedad, y para muchos alumnos la última oportunidad de conseguir estudios que les faciliten el futuro laboral. Y esto, aquí, es especialmente importante: el último informe sobre educación de la OCDE ya dejaba muy claro que la tasa de jóvenes que dejan sus estudios antes de tiempo en Cataluña y España seguía siendo mucho más alta que en el resto de Europa. En Catalunya el 16,9% de los estudiantes no terminan la secundaria, según datos del Govern. En un país donde el abandono escolar prematuro es un reto urgente, hasta el punto de que se sitúa en la cola de Europa, son claves los centros educativos especializados en estudiantes con un alto riesgo de fracaso escolar.
El Gobierno externaliza los ochenta años 'UEC que están en marcha en fundaciones y empresas privadas. Atienden a los estudiantes en grupos reducidos y tienen la misión de ayudar a estudiantes que están a punto de quedar expulsados del sistema educativo, que no tienen perspectivas de futuro, a menudo tampoco autoestima y sienten hostilidad hacia los institutos. Los profesores que trabajan no tienen un trabajo fácil. Tampoco los de la UEC Bon Port, en el barrio de la Marina, que este curso ha cerrado y lo ha sustituido un centro de Les Corts.
Sants-Montjuïc es el segundo distrito de la ciudad con más alumnos que repiten curso en secundaria: uno de cada cinco estudiantes de cuarto de ESO, una cifra mayor de lo que tocaría, por eso tiene sentido que haya un centro como el de la UEC Bon Port. Ahora los estudiantes que iban tendrán que cambiar de barrio y acostumbrarse a otros educadores ya otro ambiente.
Según la directora de la UEC Bon Port, en el concurso que el Consorcio de Educación de Barcelona abrió en verano para licitar las 16 UEC de la ciudad se cambiaron las bases y por primera vez no se tenía en cuenta la zona donde se ofrecían los estudios. El centro de Les Corts y el de la Marina empataron en criterios pedagógicos, pero la oferta del primero era más barata. Según Educación, las UEC reciben alumnos de toda la ciudad y tener en cuenta la territorialidad en las bases habría hecho que se pudiera impugnar la licitación.
Más allá de este caso concreto, lo que queda claro es que las UEC son una de las herramientas que necesitamos como país para combatir el problema del fracaso escolar. Ayudan a los estudiantes a reconciliarse con la enseñanza ya recuperar la fe en sí mismos y en la posibilidad de aprender una profesión o un oficio. Y por eso hay que cuidarlo. No se trata de desperdiciar dinero público, pero sí de apreciar debidamente los recursos que tenemos para ayudar a evitar que los jóvenes dejen sus estudios antes de tiempo. Lo que hace falta es reforzarlos y hacerlos crecer, aprender y mejorarlos, porque es evidente que el problema todavía está lejos de resolverse, y habrá que hacer más de lo que se hace ahora.