Laboral

"Me despidieron una semana después de decir que estaba embarazada"

Una trabajadora explica que la empresa la echó alegando una disminución de rendimiento al anunciar que sería madre

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Neus Simón, con su perra.

BarcelonaSi Neus Simón se ha decidido a explicar su caso es porque ya han pasado más de dos años desde que la despidieron, justo después de anunciar en el trabajo que estaba embarazada. También porque esta semana coincide con el 8-M y porque con su testimonio querría que otras personas en la misma situación tengan más información sobre cómo actuar de la que ella disponía entonces. Es fotógrafa y antes de la pandemia empezó a trabajar en una empresa en Girona –prefiere no decir el nombre por miedo a represalias–. Entró con un contrato temporal, pero, a pesar de la llegada del covid, la compañía la hizo indefinida en abril del 2020, porque era uno de estos negocios que crecieron a pesar de la emergencia sanitaria.

Hasta que consiguió este trabajo, ser madre nunca había sido una de sus prioridades. Siempre tenía proyectos en marcha y no se permitía "renunciar" a su vida de mujer trabajadora e independiente. Pero la perspectiva de estar en un lugar estable le hizo perder el miedo a quedarse embarazada. En septiembre del 2020 ella y su pareja supieron que serían padres, así que tenía poco tiempo para asimilarlo y comunicarlo a la empresa. En el equipo siempre había habido buen ambiente y dos de sus superiores, además de un compañero (los tres hombres), habían tenido hijos durante la pandemia. "No había ningún motivo para desconfiar", dice.

En el primer trimestre del embarazo, Simón sufrió algunos síntomas de malestar y lo comentó con su jefe. Él recibió bien la noticia y la tranquilizó. Su intención era comunicarlo a la compañía oficialmente una vez superados los tres primeros meses, pero una semana de náuseas muy fuertes aceleró este anuncio. No podía ir a trabajar después de un fin de semana encontrándose mal y aportó un justificante médico. El mismo día enviaba un correo electrónico tanto al equipo directivo como a sus superiores y al departamento de recursos humanos. "Este correo era una muestra muy clara de lo que pasó, pero no me lo reenvié a mi dirección personal. Ahora me da mucha rabia porque ante el juez habría sido una prueba", lamenta.

Simón no tomó esta precaución porque no se esperaba que, una semana después, la citaran en la sala de reuniones para comunicarle su despido inmediato, con unos "argumentos muy genéricos y que daban a entender que llevaba unos cuantos meses con mal rendimiento, cosa que no era cierta". De este encuentro recuerda sobre todo el shock y quedarse ausente, sin saber qué decir y sin ser capaz de asimilar lo que pasaba. Entonces también le presentaron los papeles para liquidar el contrato, un documento que acabó firmando, mientras lloraba, porque desconocía las consecuencias de negarse a hacerlo. "No tengo palabras para expresar el terror y la angustia que me hicieron pasar", rememora. Además, el despido tuvo lugar una semana antes de su primera ecografía, hecho que aumentó la preocupación de Simón de que ese estrés afectara de alguna manera a la criatura y la prueba saliera mal.

Una vez pasado el aturdimiento inicial, su entorno la animó a llevar su caso ante la justicia y se puso en contacto con una abogada laboralista. Simón no podía acceder al correo electrónico en el que comunicaba a la empresa el embarazo porque le habían bloqueado la dirección, a pesar de que pidió recuperar la cuenta. En el primer acto de conciliación, la compañía reconocía que el despido era improcedente y le ofrecía una indemnización que, según la afectada, no correspondía a lo que habría tenido que cobrar. Pero todavía la extrañó más que, a pesar de echarla por bajo rendimiento, también le redactaran una carta de recomendación "más que buena", en la cual alababan sus grandes capacidades como profesional.

Simón consideró que la compensación no estaba a la altura del trance que había pasado y llevó a la empresa a juicio. El litigio no tuvo lugar hasta dos años después, en 2022, y, pocos días antes de que se celebrara, la compañía pidió una nueva conciliación con una propuesta de indemnización más copiosa. "Acepté porque me dio miedo volver a pasar por otro trauma con el juicio. Haberlo llevado hasta aquí ya era mucho, porque este tipo de empresas no se esperan que pagues a un abogado y tengas la paciencia y los ovarios para aguantar. Es una manera de que se lo piensen dos veces antes de volverlo a hacer", argumenta.

Terapia y nuevo trabajo

Este periplo judicial no solo implicó que Simón perdiera un trabajo estable cuando estaba embarazada de pocos meses y durante el primer año de pandemia, una situación en la que era muy difícil que alguien la contratara. El despido le provocó un golpe muy duro a la autoestima y la seguridad en sí misma, puesto que empezó a tener dudas de su valía como trabajadora. Yendo a terapia con una psicóloga perinatal ha conseguido afrontarlo. Cuando la echaron tenía apenas un año de paro y Simón aprovechó este tiempo para dar un giro a su carrera y prepararse unas oposiciones de administrativa. Ahora trabaja haciendo este mismo trabajo con contratos temporales en el Hospital Doctor Trueta de Girona. "He ido haciendo sustituciones, pero no me ha faltado trabajo", dice. A las mujeres que se encuentren en su situación les recomienda que se asesoren y luchen por sus derechos fundamentales: "Entiendo a las que no han sido capaces de hacerlo, pero no podemos dejar que pasen estas cosas".

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