Los dietarios envenenados de Rafael Chirbes (que deja verde a Pérez-Reverte)

Anagrama publica el primer volumen de los cuadernos, hasta ahora inéditos, del autor valenciano

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El 2014 Chirbes recibió lo Premio Nacional

Barcelona"Pérez-Reverte está convencido de que, como novelista, puede hacer lo que le salga de los cojones (para usar el lenguaje que a él le gusta) y ofrece al lector un enloquecido recital de lenguaje macarra, de estilo vallekano, pura Movida Madrileña proferida por estos pobres hombres que tomaron sopas en el siglo XVIII [...], ofrece un esperpento de españolismo rancio que declara la guerra a quien es gavatxo, una especie de variante de Torrente, el brazo armado de la ley, en la cual no faltan apuntes de lo que conocemos como prensa del corazón". Así empieza la larga entrada de dietario que Rafael Chirbes dedica a Cabo Trafalgar, de Arturo Pérez-Reverte, el 21 de noviembre de 2004. Es una de las invectivas más duras a sus colegas contemporáneos del escritor nacido en Tavernes de la Valldigna en 1949 y muerto, en la misma localidad valenciana, en 2015, cuando tenía 66 años.

"Estos dietarios transmiten tristeza, emoción y la inseguridad crónica del autor. También demuestran que Chirbes era un grande y apasionado lector", recuerda el editor Jorge Herralde, que empezó a publicar al novelista en Anagrama con Mimoun, en 1988, aconsejado por Carmen Martín Gaite, también autora de la casa. "Con ambos tuve una gran relación", comenta, antes de mencionar que, entre las sorpresas de estos cuadernos que se pueden leer ahora por primera vez, está "la pasión por la literatura alemana", "la franqueza con la que trata sus relaciones homosexuales" y "la fuga de Valencia durante la niñez". Chirbes escribió toda su obra en castellano, a pesar de que con la familia siempre habló catalán. "Puede ser que empezara a desvincularme demasiado pronto de la lengua de los míos. Tenía ocho años", recuerda, el 28 de agosto de 2004, el mismo día en que, comentando la lectura de El mut de la Campana, de Josep Lozano, admite "la felicidad que se debe tener cuando se escribe en la lengua marginada en la que se pronunciaron las primeras palabras".

Invectivas de ida y de vuelta

La incomodidad que transmitían hasta ahora las novelas del autor valenciano se ha mudado ahora a la prosa íntima del escritor. Diarios. A ratos perdidos 1 y 2 (Anagrama, 2021) es la primera entrega de un proyecto que tiene que incluir como mínimo dos volúmenes más, coordinados por el filólogo y albacea de la obra de Chirbes, Juan Manuel Ruiz. "Rafael me encargó una tarea muy difícil en su testamento -explica-. Tenía que decidir si aquellos cuadernos en los que había trabajado tanto tiempo valía la pena editarlos. Fue doloroso ponerme a ello, en primer lugar por la proximidad de la muerte de mi amigo, pero también porque no eran textos de ficción. La publicación de estas memorias tenían que cumplir un requisito muy importante: que cuando vieran la luz no hiciera que sus novelas, que él consideraba centrales, quedaran en un segundo plano".

Uno de los temas que preocupaba más a Ruiz era "la psiquiatrización de la obra de Chirbes a partir de la publicación de los dietarios". Por este motivo le ha molestado tanto "el prólogo de Marta Sanz, pleno de despropósitos y falsedades". La escritora suelta, entre otras perlas: "Chirbes probablemente creía que la adulación y la falta de exigencia no llevaban a ninguna parte, pero esto no le impidió anhelar cierto reconocimiento". Herralde dice que el prólogo "fue escrito después de conocer una invectiva de Chirbes contra ella" (en principio sobre su estilo barroco) que aparece en uno de los cuadernos que tienen que formar parte del segundo o tercer volumen. Este arranca en 1984, cuando el escritor tiene 35 años y todavía no ha publicado nada, y llega hasta 2005, mientras escribe Crematorio, el libro que lo consagró. Otros autores a quienes toca recibir en este primer volumen son Belén Gopegui, Gabriel García Márquez y Marcos Ordóñez. "Lo que queda es mucho más interesante que lo que habéis podido leer hasta ahora", promete Juan Manuel Ruiz.

"Este dietario tiene un gran valor, no solo en la producción de Chirbes sino en el conjunto de la tradición española –reconoce el crítico literario y profesor universitario Fernando Valls–. La vida no explica la obra, pero ayuda a entenderla mejor. Chirbes fue un hombre de izquierdas nada complaciente con las izquierdas, y fue muy crítico con algunos aspectos del feminismo y de la homosexualidad. En sus novelas hay un peso muy grande de la ideología. Supo diluir el pensamiento en la trama como pocos otros autores". Después de enmascararse a través de la ficción, finalmente el Rafael Chirbes más íntimo se hace presente en estos dietarios, que el autor no empezó a ordenar hasta que hubo publicado Crematorio en 2007. Sanz afirma que, en el dietario, "la máscara es, privilegiadamente, su rostro".

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