Los adoquines

La dimisión de Rubiales no es ninguna gilipollez

Luis Rubiales, presidente de la RFEF.
22/08/2023
2 min

Luis Rubiales cometió una agresión y todo el mundo la ha visto porque lo hizo delante de las cámaras. Jennifer Hermoso ya ha dicho que no le gustó y debería ser suficiente, pero el hecho de que no fuera consentido es lo que convierte el beso en una agresión porque a él le dio lo mismo si a ella le iba a gustar o no. Él además es su jefe, como presidente de la Federación Española. Tiene el poder y lo ejerce. Que a estas alturas tengamos que explicar lo que es evidente es una señal de lo incrustado y normalizado que está el machismo. Que al propio Rubiales le parezca una "gilipollez", que somos "tontos del culo" y "pringados que no saben apreciar lo positivo" es, sencillamente, una vergüenza. Su dimisión es la única salida que debería quedarle.

El presidente de la RFEF ha quedado retratado, con el beso y con sus declaraciones posteriores, y por mucho que se empeñen en limpiar su imagen, que se empeñarán, tendría que resultarles imposible. Para que así sea los medios de comunicación tienen que ponerse las pilas, porque la culpa es de Rubiales, pero la responsabilidad es de todos y ya hemos empezado mal, muy mal, horrible. Bromas, comparaciones con el beso de Iker Casillas y Sara Carbonero, risas con el presidente y frases como “las mujeres que se quejan del beso de Rubiales es porque no se lo dan a ellas” son lamentables y más en el día en que se han llenado la boca hablando de igualdad y progreso por el éxito de la selección femenina de fútbol.

Ahora se entiende más y mejor el conflicto de las 15, que fueron vapuleadas cuando el mecanismo de la Federación se puso en marcha y las trataron como a niñatas malcriadas después de filtrar sus cartas. Con estos señoros son con los que tienen que lidiar para poder tener un nutricionista, más fisios o días libres para poder estar con sus familias o parejas. Con estos que ni siquiera son capaces de decir campeonas del mundo en lugar de campeones. Con estos que celebran la Supercopa en Arabia Saudí por el bien de las mujeres y te plantan un beso en los morros porque sí, porque quieren, porque pueden y a quien no le guste es tonto del culo, una panda de amargados. Con estos y con sus palmeros, qué desgracia, que ni celebrar en paz nos dejan.

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