La evolución ha hecho que nuestro cerebro envejezca más rápido
Las áreas que nos diferencian de los demás primates son las primeras que envejecen
Las enfermedades neurodegenerativas son una de las grandes amenazas de la salud, porque el aumento de la esperanza de vida de las últimas décadas ha hecho que cada vez más gente llegue a la edad en la que estos trastornos son frecuentes. Sin ir tan lejos, la degradación progresiva del cerebro -y el deterioro de las capacidades cognitivas que comporta- afectará más o menos a toda la población que viva bastantes años. Así pues, para envejecer mejor es importante saber cómo influye el paso del tiempo en el cerebro. Por ejemplo, qué partes se ven más afectadas. Precisamente, un artículo publicado en la revista Science Advances propone que las zonas del cerebro que nos diferencian de los demás primates son también las primeras que envejecen.
Los humanos somos una de las muchas especies animales que pueblan el planeta. Venimos de los mismos orígenes y estamos sometidos a las mismas leyes biológicas, pero hay algo que nos separa del resto: nuestro cerebro. Este órgano de poco menos de un kilo y medio de peso es el que nos permite formular preguntas, y buscar sus respuestas, de forma que ningún otro ser vivo puede hacer. Esto es lo que nos ha permitido entender cómo funciona el mundo y, lo que es más espectacular, modificarlo según nuestros deseos.
Pagamos un precio alto para poder disfrutar de este privilegio. El cerebro consume una cantidad exagerada de energía, cerca del 20% del total del cuerpo, y su tamaño desproporcionado es uno de los factores que determina que las hembras humanas hayan tenido que parir a los hijos con dolor (al menos hasta que se inventó la epidural). En algún momento de la evolución, hace unos seis millones de años, los primates que eran nuestros antecesores se separaron de los chimpancés, los animales que nos son más cercanos, e iniciaron este camino hacia la supremacía intelectual. lectual. Claramente, las ventajas en cuanto a la capacidad de sobrevivir y reproducirse superaron los riesgos incorporados.
Una diferencia importante entre el cerebro humano y el de nuestros parientes inmediatos es el córtex frontal, que se cree que es responsable de muchas de las habilidades cognitivas únicas que tenemos. Por ejemplo, se encarga de tomar decisiones, de la memoria, del lenguaje y del autocontrol, características no exclusivas pero sí bastante definitorias de nuestra inteligencia. Estas áreas del lóbulo frontal fueron de las últimas en evolucionar y, por tanto, son las que nos diferencian de los demás primates, que mantienen las estructuras primitivas que nosotros dejamos atrás en el salto que nos dio humanos.
Qué nos hace diferentes
Para entender mejor lo que hace diferente a nuestro cerebro, el grupo dirigido por el doctor Felix Hoffstaedter, del Hospital Universitario de Düsseldorf, ha comparado imágenes obtenidas mediante resonancia magnética de 189 chimpancés y 480 humanos de un rango amplio de edades (entre 9 y 50 años en los primeros y 20 y 74 en los segundos). Así han descubierto que la materia gris del córtex frontal de los humanos es lo que más se encoge con el paso del tiempo, mientras que en los chimpancés están más afectadas otras estructuras, como el cuerpo estriado. Por otro lado, también han visto que los córtexs prefrontales de ambas especies son anatómicamente similares y que las regiones que se encargan de las habilidades motrices y de la vista son las que menos degeneran con la edad. Curiosamente, estas diferencias no se veían si se comparaban a los chimpancés con animales de ramas evolutivamente más antiguas del árbol de los primates, como los babuinos o los macacos. Por tanto, sería una consecuencia exclusiva de lo que nos hace humanos.
Estudios anteriores ya habían sugerido que el lóbulo frontal es la primera zona del cerebro en mostrar señales de envejecimiento en las personas y está afectada en los diversos tipos de demencia que se ven con la edad, pero este trabajo sería el primero a relacionarlo concretamente con el paso evolutivo que condujo al nacimiento de nuestra especie. Por tanto, la conclusión principal del artículo sería que una de las contrapartidas de tener un cerebro tan avanzado es que es más susceptible al envejecimiento.
Esto es especialmente interesante si se relaciona con otro artículo, publicado recientemente en Nature medicine por el grupo dirigido por el doctor Agustín Ibañez de la Universidad Adolfo Ibañez de Santiago que, con ayuda de la inteligencia artificial, ha estudiado las conexiones entre áreas del cerebro de 5.306 personas de todo el mundo para calcular la edad real del cerebro . Y han visto que el envejecimiento cerebral se acentúa a causa de cosas como vivir en lugares con mucha polución o en países con mayores desigualdades socioeconómicas. Es decir, el problema no sólo sería la vulnerabilidad adquirida en las últimas etapas de la evolución de nuestro cerebro, sino también una serie de hábitos tóxicos que han ido desarrollando las sociedades modernas. Mientras que sobre el primer factor podemos hacer poco, los demás sí son modificables y, por tanto, debería ser una prioridad mejorarlos si queremos que el máximo número de personas vivan una vida larga y llena de salud.