Castillos

Grallas, timbales y castillos: una relación indisociable

El toque de castells es uno de los componentes primordiales para la práctica castellera

Grallers de los Niños de Tarragona
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"Sin músicos no hay castillos". Esta cantinela que se siente de forma esporádica en las plazas muestra la relación indisociable entre los dos elementos. El toque de castillos –música de las grajillas y los tambores que acompaña a los castells– es uno de los componentes primordiales para la práctica castellera.

El origen de esta relación lo encontramos desde el momento más primogénito de la tradición. El baile de valencianos –origen de los castells– ya lo incorporaba y, cuando la construcción humana se separó, la música siguió presente, aunque todavía no lo hacía con el sonido que conocemos hoy en día. "La música viene del siglo XVIII, pero del toque de castells no se tiene constancia hasta el primer tercio del siglo XIX", explica Joan Cuscó, autor del libro El Toque de Castells. Historia e historias de una música.

Un origen popular

Del toque de castells no existe un autor concreto, sino que se va desarrollando. Una de las referencias más antiguas es de Cuaderno de Organista de Magí Sans de Vilanova y la Geltrú, mientras que la primera vez que se hizo pública una partitura fue en 1887 por parte de Piu i Soler en Tarragona. "Los músicos tocaban en diferentes grupos y se iba modificando", comenta Cuscó.

Así, el autor del libro afirma que desde el principio ya había pluralidad de toques de castells, pero en la década de los años 80 se estandarizan dos estilos, a los que llamamos "de Vilafranca y de Valls", manifiesta. Al mismo tiempo, también hay algún grupo que ha recuperado antiguos, como es el caso de los Moixiganguers de Igualada, por tanto, reitera la relevancia del sonido de las grallas y los timbales para la construcción. acompaña, sino que da fuerza y ​​se adapta a los castells”, asegura.

Más allá del toque de castells, existen otras músicas que también tienen su papel en el ritual casteller. Los más antiguos, tal y como detalla Cuscó, son el toque de madrugadas y el toque de procesión. Por otra parte, en el siglo XIX se incorporan los toques de retirada de entrada y salida. “A la larga queda la entrada a plaza, que es una marcha militar, y el toque de vermú de salida”, expone.

Últimamente, se han incorporado algunos que rompen con la tradición y que generan polémicas. Estos son, básicamente, la sintonía de la serie La víbora negra y la Polca de Ours, que se han hecho lugar principalmente en colles noveles y fuera de la zona tradicional.

Cuscó dice que la Polca ha conseguido “crear comunidad”, ya que la bailan diferentes miembros de las colles, tanto las castelleras como las de muixerangues en la Comunidad Valenciana. Asimismo, comenta que "se utiliza para aprender los primeros pasos, mientras que grallers que tocan bien se la sienten más lejana", como argumentos para entender la discrepancia que existe en ciertos sectores respecto a este baile.

De esta manera, cree que todavía hay que esperar para saber cómo evolucionan a lo largo de los años estas músicas que se han ido incorporando. "Las músicas cuando están vivas van cambiando", concluye.

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