Inés Hernand y el valor de un 'me gusta'

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Todo el mundo quiere hacerse viral… hasta que se hace viral. Esta es una de las leyes no escritas de las redes sociales, y esta semana le ha tocado a RTVE vivirlo. Desde hace años, el canal de televisión público invita a humoristas a su retransmisión alternativa Goyas golfos, un espacio para el material más iconoclasta, buscando, precisamente, el amor de las redes sociales.

Hasta ahora no habían tenido mucho éxito en la viralización del contenido. Hasta que ha llegado Inés Hernand y su "Eres un icono, te amamos, presi" a Pedro Sánchez. Entonces las redes han entrado en ebullición y Televisión Española, después de años buscándolo, se ha dado cuenta de que no quería ser viral.

Desde hace años creo que confundimos la palabra viral con la palabra reconocimiento. Pensamos que llegar a mucha gente nos hace más apetecibles, más importantes, pero no siempre es así. Este problema empezó hace 15 años cuando el creador de todos los males, Facebook, introdujo un pulgar para mostrar nuestro acuerdo. Uno me gusta, le dijeron. Nosotros, inocentes como éramos, pensábamos que era una manera de decirle a nuestro amigo Pepe que nos alegrábamos de sus vacaciones en Cádiz. Pero la realidad era otra. El me gusta se creó para establecer qué contenido era más interesante para el algoritmo, qué información debía posicionarse mejor para ser más vista.

El tiempo ha pasado para todos, el algoritmo ha evolucionado y nosotros también. Se supone que un 90% de las personas que habitan las redes sociales no interactúan casi nunca con el contenido que ven. Sin embargo, queda ese ligero margen del casi. ¿Cuándo cae una persona en la tentación de dar un me gusta o comentar el último tema? Cuando no puede evitarlo. Esta es la verdadera definición de viralidad.

Hay ciertos vídeos, ciertos titulares que nos obligan a reaccionar, nuestros instintos más primarios quedan atrapados en sus garras. Cuando esto ocurre, el algoritmo se frota las manos. Sabe que nos tendrá enganchados durante un rato largo en la red social, recibiendo y contestando mensajes.

Por eso me gustaría hacer un alegato para volver al principio de todo este lío: reaccionemos en las redes sociales, sí, pero no para mostrar lo más viral, sino lo más importante. Volvamos a conectar con ese amigo del colegio que hacía 20 años que no veíamos, volvamos a preguntarle a nuestra tía qué pone en esa paella tan buena que publicó en Instagram. Volvamos a los básicos, seamos antivirales.

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