Isla en Madrid: una normalidad que no es tal


La visita del presidente de la Generalitat, Salvador Illa, a Madrid este jueves ha creado una expectación muy notable en ambientes económicos, tal y como demuestra el hecho de que entre los asistentes a su conferencia estuviera desde el presidente del BBVA, Carlos Torres, hasta el de Repsol, Antoni Brufau, pasando por el de Enagás, Antonio Llardén. El discurso de Illa, tal y como hace tiempo que defiende, estaba destinado a ofrecer Catalunya como destino de inversiones con el argumento de la superación del conflicto político y la nueva normalidad que supone su presidencia. "No le tengan miedo a Catalunya –ha insistido–, porque invertir en Catalunya es invertir en una España mejor". También ha subrayado las diferencias entre el modelo catalán, más orientado a la cohesión y la justicia social, y el madrileño de Isabel Díaz Ayuso.
Lo cierto es que los datos acompañan a Isla. Justo este jueves el Idescat ha confirmado el crecimiento del 3,6% del PIB de Catalunya durante el 2024, cuatro décimas por encima de la media española, unas cifras que desmontan todos los tópicos sobre la supuesta decadencia catalana. Pero también es verdad que esa "normalidad" que Isla quiere defender todavía tiene elementos que recuerdan demasiado al pasado y que fueron una de las causas del Proceso. Nos referimos a los endémicos problemas de los servicios públicos y su financiación. Por ejemplo, en la red de Cercanías. Con el argumento de que se están realizando muchas obras de mejora, lo que es verdad, están convirtiendo el servicio en un auténtico calvario para los usuarios. Tampoco se ha resuelto el problema de la infrafinanciación de Catalunya, sobre el que debería haber novedades importantes antes de julio, aunque de momento no parece que se avance lo suficiente.
Los problemas estructurales en la relación entre Cataluña y España siguen, pues, sin acabar de resolverse y la competencia con territorios como Madrid está fuertemente adulterada, ya que la capital se ha beneficiado durante muchos años de mayor inversión y de la sobrefinanciación que le proporciona el efecto capitalidad. Sin embargo, la resistencia de la economía catalana durante todos estos años, incluso cuando el conflicto político fue más agudo, ha sido heroica, y mejora aún ahora aprovechando la estabilidad política.
El gobierno Isla tiene mucho trabajo por hacer. No sólo en Cercanías y en términos de financiación, sino también en defensa del tejido empresarial y laboral. Hoy una entidad primordial para el tejido industrial de Catalunya como el Banc Sabadell puede ser absorbida, lo que reduciría la capacidad de financiación del tejido empresarial. Sería bueno que el Sabadell sintiera que el resto de mundo económico catalán, el poder político y la sociedad civil están alineados en el objetivo de impedir la operación y salvaguardar la existencia del banco.