Israel sobreactúa con España

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Edificios dañados por las bombas israelíes en Gaza.

La decisión de Israel de llamar a consultas a su embajadora en Madrid por unas declaraciones de Pedro Sánchez en La 1 en las que ponía en duda que Tel-Aviv esté cumpliendo el derecho internacional en Gaza es completamente desproporcionada y da la impresión de que en realidad es una sobreactuación que tiene otros objetivos. En efecto, Sánchez no es el primer dirigente internacional que pone en duda que la operación militar israelí en Gaza cumpla con los estándares humanitarios internacionales, lo que, por otra parte, es una obviedad. Pero sí es cierto que el ejecutivo de Benjamin Netanyahu quiere lanzar un mensaje contundente a la comunidad internacional justo en un momento en el que recibe mucha presión para alargar el alto el fuego y detener los bombardeos. Y el mensaje es: no admitiremos críticas a nuestra actuación, y quien nos critique deberá atenderse a las consecuencias.

Es cierto que llamar a consultas a la embajadora no equivale a romper relaciones diplomáticas, pero es un paso más en una escalada que ya empezó cuando Sánchez visitó la zona. La embajada seguirá trabajando con normalidad, pero sin su máximo representante. Ahora habrá que ver hasta cuándo dura la crisis diplomática Israel. A modo de ejemplo, Argelia también llamó al embajador cuando Sánchez cambió su política respecto al Sáhara Occidental y tardó 18 meses en enviar otro.

Sea como fuere, es evidente que lo que preocupa a Netanyahu no es la opinión de Sánchez sino que las posturas críticas con la operación para acabar con Hamás por su elevado coste en vidas de civiles palestinos, y especialmente de niños, se contagien a otros países. En este punto cabe recordar que incluso el presidente estadounidense, Joe Biden, ha ido modulando su postura a medida que las televisiones han ido informando de las muertes a Gaza, porque una parte de la opinión pública estadounidense considera que no se puede dar carta blanca a Israel para hacer lo que quiera, por mucho que tenga derecho a luchar contra Hamás.

La guerra en Gaza, pues, tiene un componente diplomático muy importante, y aquí hay que apuntar también que posiblemente Netanyahu juega la carta de ir contra Sánchez porque sabe que tendrá el apoyo de la oposición de derechas, es decir, del PP y Vox. Curiosamente, la extrema derecha europea, de raíces claramente antisemitas, ha ido evolucionando hacia posiciones proisraelíes por su islamofobia, y ahora son el apoyo internacional más firme que tiene Tel-Aviv.

Sin embargo, es evidente que por en Israel tendrá un coste en imagen muy elevado si ahora, tras el alto el fuego y el intercambio de prisioneros, decide volver al punto de partida y bombardear a Gaza como si nada hubiera pasado. Además, la logística del intercambio de prisioneros demuestra que Hamás mantiene su infraestructura, que quizá no le sirva para defenderse del ejército israelí, pero al menos sí por no ser aniquilados. Poco a poco, pues, es inevitable que el mundo se haga la misma pregunta: ¿hasta cuándo hay que seguir bombardeando a Gaza y matando a miles de civiles?

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