Hablemos de dinero

Jair Domínguez: "La única vez que he hecho vacaciones pagadas me pareció que hacía algo ilegal"

El humorista ampurdanés explica su relación con el dinero

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El humorista Jair Dominguez.

BarcelonaEl comunicador Jair Domínguez vuelve a su niñez para hablar de sus primeros recuerdos con el dinero. Nacido en Barcelona, ​​de niño se trasladó al Alt Empordà con sus padres y sus tres hermanos: “Mis padres no podían pagar un alquiler en la capital en aquella época y tenían trabajos para mantenernos, pero nunca nos faltó de nada”. Como anécdota, el humorista también destaca una de sus grandes obsesiones, los libros. “Un día me dieron 5.000 pesetas, una fortuna para mí y que quería destinarme a comprar un libro de bricolaje y electrónica para fabricar cosas. Eran ilusiones de niño, pero cuando vi que realmente sólo valía 400 pesetas y me dieron todo el cambio, fui muy feliz”.

A lo largo de su vida, Domínguez ha realizado todo tipo de oficios. De joven, su primer contrato fue en una tienda de enanos de jardín y cerámica de Empuriabrava con dieciséis años. “Me pasaba el día en el almacén o poniendo alquitrán en agujeros, pero el día que me tocaba ir a la caja y veía lo que facturaba la empresa en comparación con lo que yo cobraba… Me prometí que nunca más haría un trabajo que no me gustara”, declara. En esta primera empresa es también donde recibió su primera nómina, con la que se compró otro libro: “Trabajaba demasiadas horas como para poder gastarme el dinero realmente, así que me lo gasté en libros caros –que es donde dedico mucho dinero– y al ir a alguna discoteca, supongo”.

Tiempo después, Domínguez también trabajó grabando vídeos de bodas: “Me quería dedicar al mundo del cine y para mí era un trabajo horroroso porque me daba miedo estropear los recuerdos de alguien”. Entre su currículum también figuran trabajos que considera "absurdas" y "mal pagadas", como repartidor de propaganda de un parque acuático. Tan pronto como pudo, Domínguez entró a trabajar en el mundo de la comunicación, primero en un semanario comarcal y después ya en la radio y en la televisión.

Como comunicador, Domínguez ha compaginado siempre colaboraciones en varios medios, pero explica que la estabilidad es uno de los aspectos más controvertidos de su trabajo. “En nuestro sector todo funciona por proyectos de una temporada, así que es difícil realizar planes a largo plazo. Supongo que por eso al principio no renuncias a nada y coges todo lo que puedes, pero te das cuenta de que has estado mucho tiempo trabajando mucho y muy mal pagado”, recalca el humorista. En esta misma línea, Domínguez dice que es difícil poner precio al trabajo de uno mismo: "Cada guionista tiene un sueldo diferente y al final tienes que plantearte por cuánto dinero estás dispuesto a hacer algo. Cuando me dicen que hay ha proyectos 'con ilusión', les digo que a mí lo que me hace ilusión es el dinero y llegar a fin de mes".

Desde hace 25 años, Domínguez es autónomo y trabaja por su cuenta en función de sus colaboraciones, ayudado por una gestora en trámites administrativos. "Ahora miro atrás y recuerdo que la única vez que he hecho vacaciones pagadas me pareció que hacía algo ilegal", reconoce. Sin embargo, puntualiza que suele tener sus ingresos bajo control, pese a los “espantes” de Hacienda con las cuotas y la declaración de la renta.

En cuanto a sus finanzas personales, Domínguez explica que sus mejores inversiones han sido sus viviendas, que pudo comprar en buenas situaciones de mercado, y las cartas de Magic que ha revendido: “Soy mucho freakpero hace años que juego a estas cartas y algunas de ellas, con el tiempo, las he podido revender por 8.000 euros. He pagado un coche con una carta de Magic casi”.

Otro sector donde invierte Domínguez es en la compraventa de obras de arte. “Tengo bastante buen ojo y cuando me han ofrecido algo interesante, he puesto dinero. Los artistas consagrados siempre tienden a subir de valor mientras que los emergentes son más arriesgados, pero también pueden ser interesantes”.

Sobre su futuro, Domínguez señala que no piensa en la jubilación porque, como autónomo, ya sabe que no tendrá una pensión como tal. “Me da mucha pereza pensar que no tendré nada que hacer en un futuro a nivel creativo, quiero dedicarme a escribir y hacer guiones, pero de eso uno no se jubila hasta que muere”, concluye.

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