Automoción

El Kurt Cobain de los emprendedores catalanes

Josep Maria Armangué, fallecido prematuramente, fue un pionero de la pasión de la burguesía por la velocidad

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Josep Maria Armangué

Quien más quien menos ha oído hablar del mítico Club de los 27, que no es un club propiamente dicho, sino una lista macabra de grandes estrellas del rock que murieron a tan temprana edad como los 27 años. Eso sí, habiendo dejado un legado artístico que perdura en el tiempo y, sobre todo, gestado en un período de tiempo lo suficientemente corto para que sea un hito sólo al alcance de los grandes talentos. El núcleo de este colectivo de jóvenes prodigios lo forman Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison y Kurt Cobain. En años recientes se ha añadido la londinense Amy Winehouse, además de haber una larga nómina de “miembros suplentes” que no nos entretendremos en detallar.

No cabe duda de que la música –como ocurre con el deporte– es una de esas escasas profesiones que permite hacerse un agujero en el Olimpo de la fama en edades precoces. Pero de vez en cuando, en ámbitos donde la madurez parece ser un valor, como puede ser el mundo empresarial, surge alguien que tiene prisa por triunfar y dejar marca. Es el caso de Josep Maria Armangué, que merece por derecho propio inaugurar un Club de los 27 sección emprendedores porque dejó este mundo precisamente a la misma edad que el grupo de estrellas del rock antes mencionadas.

La Galería de médicos catalanes define a la familia Armangué como una “nissaga médica, culta y catalanista, y seguramente todavía hace corto porque las contribuciones de las diferentes ramas familiares a diversos aspectos capitales del país son importantes, como veremos más adelante. Para empezar, el propio Josep Maria Armangué era médico, aunque no llegara a potenciar esta faceta porque el mundo del motor le resultaba más atractivo. Una experiencia frustrada con el bobsleigh en Francia –no encontraron suficiente nieve para hacer una carrera– le empujó al mundo de los down-cars, con los que se lanzaba por las pendientes de la parte alta de Barcelona. El siguiente paso fue añadir un motor a estos modestos artefactos a medio camino entre el trineo y el coche. Esta iniciativa fue el embrión del prototipo David y, más tarde, de la Fábrica Nacional de Autociclos David (1914), una denominación bíblica que impone respeto. Los socios en esta aventura fueron su hermano Federico, alias Frick, junto con las familias Moré, Comas, Puig y Arruga. Un año después ya habían puesto en circulación un centenar de vehículos, todos salidos de la fábrica de Poblenou. Los autociclos de Armangué, en muchas ocasiones pilotados por el propio Josep Maria, ganaban carreras con facilidad: prueba por equipos del Moto-Club, Vuelta a Cataluña, Copa de la Peña Rhin, la ruta Barcelona-Madrid-Barcelona, ​​Subida a los Brucs. .. Tantas victorias en un período realmente corto (1915-1917) proporcionaron a la marca un gran prestigio, hasta el punto de que David fue el primer coche de muchos jóvenes burgueses aficionados a la velocidad.

Las cosas parecía que le iban de cara, al joven emprendedor, pero una tarde infausta del otoño de 1917 el destino se dio la vuelta. A falta de diez minutos para las cinco de la tarde del día 30 de octubre, la avioneta con la que volaban Armangué y el piloto Hedilla despegó en los terrenos de la Volatería, donde hoy se encuentra el aeropuerto de El Prat. A los cinco minutos de iniciar el vuelo, el personal de tierra observó un viraje extraño en el aparato, que perdió estabilidad y acabó estrellado contra el suelo en posición invertida. Imposible salir con vida. Sin embargo, asumida la desgracia, la familia Armangué continuó con la producción de vehículos, continuó compitiendo e instituyó un trofeo, la Copa Armangué, en memoria del hermano fallecido.

Como hemos dicho antes, las diversas ramas de la familia –no sólo los Armangué– han dejado una profunda marca en la sociedad catalana, con nombres como Cèsar August Torras (pionero del Centro Excursionista de Catalunya y de las guías pirenaicas), Òscar Torras Buxeda (psiquiatra), Rosa Torras Buxeda (tenista) y Eulalia Torras Armangué (una eminente psiquiatra conocida como Torras de Beà). Hoy podemos estar seguros de que las muestras del talento y la inteligencia de las nuevas generaciones de esta familia han llegado incluso a Japón.

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