“Labrar la tierra es una práctica degenerativa a pesar de que para la payesía labrar sea genético”

Francesc Font, que ha participado en la Feria Arrels de Mahón, considera que la agricultura regenerativa puede conseguir recuperar la fertilidad de los suelos

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Francesc Font, a la finca de Son Felip, en Menorca

El payés Francesc Font sostiene que “labrar la tierra es una práctica degenerativa, a pesar de que, para la payesía, labrar sea genético”. Lo dice con seguridad como militante de la agricultura regenerativa, que lo ha llevado del Empordà a Australia y ahora a Menorca, desde donde extiende la semilla del conocimiento con el ejemplo de las fincas que dirige, Son Felip y Algaiarens. “Dejar de labrar también me llevó a enfrentarme a mi familia, de la cual represento la novena generación”, dice.

Cuando dejas de labrar la tierra, los animales y las plantas hacen el trabajo. Una tierra es viva si cuando hundimos la mano nos encontramos todos los seres vivos que la pueblan. Son estos seres vivos los que alimentarán los animales que pacerán, los cuales, con sus excrementos, todavía la fertilizarán más. “La agricultura regenerativa quiere recuperar la fertilidad de los suelos que hemos estado destruyendo desde hace cincuenta años”, dice Font, que ha publicado libros para explicarlo (Arraigados en la tierra, editado por Diente de León) y ahora también ha creado una academia, en que emitirá vídeos para que el discurso se conozca.

Para regenerar la tierra, pues, es básico tener animales. “En la finca Son Felip y Algaiarens tenemos doscientas cabezas de vacas rojas de Menorca, con las cuales no hacemos leche, sino que las necesitamos porque sus excrementos generan impacto en la tierra”, dice Font. El proceso lo explica con rapidez en la finca que dirige, y se pone ante el gallinero movible: “En este cercado donde tenemos ahora las gallinas, estuvieron antes las vacas, que dejaron excrementos, los cuales han ido picoteando las gallinas porque encuentran proteínas, que han comido y también lo han esparcido por el suelo”.

Al cabo de unas semanas, mueven el gallinero de lugar otra vez, y el proceso empieza de nuevo. “Hay crecimiento vegetal, por lo tanto más plantas, que son alimento para los animales, y con esta práctica conseguimos que en cada hectárea capturemos cuatro veces más carbono que el que emitimos en la finca con todos los trabajos que realizamos”, explica Font.

La zulla, la flor con la que Francesc Font hace miel en la finca de Son Felip.

El campo donde están las gallinas está lleno de verde y de las flores llamadas zullas, las cuales el payés asegura que son excepcionales por todas sus propiedades. Para empezar, además de ser la leguminosa que alimenta las gallinas, también es la flor con la que elabora una miel que ya le ha valido premios. Además, es la planta que se encarga de fijar nitrógeno del aire en la tierra gracias a unas bacterias que viven en su raíz. “Esto me hace ahorrar en la compra de fertilizantes, como la urea, que actualmente son carísimos con la subida de precios generalizada”. Al ahorro en productos comprados para la tierra se añade que la producción no disminuye respecto de la convencional. “Y, de rebote, el valor final es que los huevos que producen las gallinas tienen más valor nutricional”, señala Font, que hace saber que la docena de huevos la vende al mercado a seis euros, es decir a 0,50 céntimos cada huevo: “Los vendemos todos, y si tuviéramos más, más venderíamos”.

Siguiendo el hilo del precio de los huevos, Font señala la importancia de alimentarse bien, y, por lo tanto, “pagar lo que vale la comida”, porque es así como “los payeses pueden vivir y dedicarse a esto”, y sobre todo no hay “costes medioambientales”. Además, la agricultura regenerativa también es holística, y en consecuencia “el payés tiene que ser proactivo, así que si puedes ir tú mismo a vender los huevos, hazlo, busca nuevos canales para venderlos”.

Para acabar, Son Felip también es conocido por la producción de aceite de oliva, ecológico, que también ha sumado premios en los últimos años, a pesar de que hace pocos que está en el mercado. Cada litro cuesta veinte euros, y en la isla es considerado un aceite de oliva de prestigio, que está presente en muchas cocinas de los restaurantes. “Todavía recuerdo cuando llegué a Menorca y quise hacer aceite ecológico; me dijeron que era imposible”. Conseguido el sueño, gracias también a un molino propio en la propia finca, el próximo reto es conseguir un sello de Indicación Geográfica Protegida (IGP) de aceite ecológico de Menorca, porque actualmente en la etiqueta del aceite de oliva Son Felip pone “aceite de España”.

El cocinero Joan Roca cerró la feria Arrels de Menorca.

Feria Arrels, el escaparate para los productores que aman Menorca

La Feria Arrels de Mahón, que empezó el sábado 30 de abril y acabó el domingo 1 de mayo, se ha convertido en cinco años en el mejor escaparate para los productores de la isla. El cocinero Joan Roca fue el encargado de cerrar la feria con una charla en que explicó los proyectos de la Bodega de Can Roca, entre los cuales hay Sembrant el Futur, con que trabajan para recuperar semillas perdidas.

 

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