Barça

Laporta traslada la batalla a los despachos

A pesar de la indignación por el arbitraje del clásico, la junta no hará ningún comunicado y mantiene la política de mejorar las relaciones con todos los estamentos

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El presidente Joan Laporta, en primer término, y el vicepresidente Rafael Yuste llegando sábado en Madrid.

BarcelonaEn el último acto de campaña, en la Verneda, Joan Laporta se ganó la complicidad del público que llenaba las gradas al prometer que, si era presidente, haría que el Barça volviera a ser respetado en los terrenos de juego. “Ya he pedido un lugar en todas las comisiones. Tenemos que estar ahí. Una de las primeras cosas que haré será preguntar cómo funciona el VAR, porque yo solo veo que favorece al Madrid”, decía en su discurso. La respuesta fue una ovación sonora y larga. “No quiero que nos den nada. Ya nos lo ganaremos en el césped. Pero que tampoco nos lo quiten”. Un mes después, a la nueva directiva le toca poner en práctica el plan. Pero, como reconocen, nada de todo esto se hace de un día para el otro: “Todo quiere su tiempo”.

Un día después del clásico, en la cúpula directiva del Barça no esconden el descontento por la actuación arbitral: se reclamaron hasta tres posibles penaltis a favor de los azulgranas que ni el árbitro ni el VAR quisieron señalar. Así como con la decisión de añadir solo cuatro minutos a un segundo tiempo en el que el colegiado, que tuvo problemas con el intercomunicador, perdió al menos tres. Las conversaciones entre pasillos eran calientes, y el viaje de vuelta fue un cúmulo de reproches hacia el estamento arbitral. Antes, justo al acabarse el duelo, el entrenador, Ronald Koeman, cargó con dureza contra Gil Manzano -“estoy encendido y decepcionado, era un penalti clarísimo”- y Gerard Piqué bajó al césped para reprochar al colegiado las decisiones -hecho que le costó una amonestación, una vez estaban en el túnel de vestuarios-, mientras Sergi Roberto calificaba de “incomprensible” que se hubiera negado a revisar las jugadas a través del videoarbitraje. Pero la cosa se acabó aquí.

Pasar página del clásico

En las altas esferas del club se decidió pasar página del clásico y olvidarse de las acciones polémicas. Al menos, en público. “No sirve de mucho hacer comunicados de protesta ni estar toda la semana haciendo declaraciones o insinuaciones. Son brindis al sol. Si se pretende solucionar algo, hay que ir directamente a los estamentos”, explica una de las fuentes consultadas. Por lo tanto, no se enviarán cartas a la Liga ni a la Federación Española protestando por los árbitros. Pero sí se tratará el tema, con discreción, cuando el presidente hable con los encargados de mover los hilos. Así pues, atrás quedan declaraciones como las que hizo en el último acto de campaña, o como cuando Laporta dijo que “incluso un marciano” sabía que el VAR ayudaba al Real Madrid. “La situación ha cambiado. Ahora es presidente. Toca hacer las cosas de otro modo, con sentido común. Las palabras estaban muy bien, pero ahora tiene autoridad para hacer cosas”, explican fuentes próximas al abogado barcelonés.

No se trata de conseguir favores arbitrales, sino de equilibrar la balanza. “Se tiene que reconocer que Barça y Madrid son dos clubes que, en general, no se pueden quejar mucho de los árbitros. Pero ha llegado un punto en el que la diferencia entre Barça y Madrid es escandalosa”, apuntan desde la Ciutat Esportiva, donde no se olvidan del trato que recibió el club blanco al final de la temporada pasada, en la que remontó en la clasificación -cuando se retomó la competición- y acabó llevándose el título liguero. La receta que tienen en la cabeza en las oficinas del Camp Nou es, más o menos, la misma que ya había usado Laporta en su primera etapa al frente del club. Alfons Godall, miembro de esa junta (2003-2010), había defendido y defiende que la clave de todo eran “las buenas relaciones” con todos los estamentos. Estar presente, tener voz y voto y que te vean como un aliado que se preocupa por el negocio. Lo que pasa, como reconocen los actuales directivos, es que “no se puede solucionar todo en un mes”.

De momento, Joan Laporta ya ha empezado a tejer su red de complicidades ocupando un lugar en la directiva de la Federación Española -el que le corresponde como presidente del Barça-. Un asiento que estaba vacante desde que Josep Maria Barotmeu presentó su dimisión, a finales de octubre. En este primer mes de mandato también se ha dejado ver por las oficinas de la Liga y ha establecido contacto con la UEFA y la ECA. Y, fuera del fútbol, también se ha movido en entornos políticos. El día de la toma de posesión, por ejemplo, se encargó de invitar las autoridades -Generalitat, Ayuntamiento de Barcelona...- en el Camp Nou. Y ayer recibía al flamante presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD). “La conversación ha sido absolutamente cordial, y lo más importante es que ha nacido un espíritu de colaboración entre el CSD y el Barça”, decía José Manuel Franco, que el 31 de marzo relevó en el cargo a Irene Lozano. Ayer visitó las instalaciones del Camp Nou y recibió una camiseta azulgrana de recuerdo de manos del presidente azulgrana.

“Se hace respetar”

Los que conocen bien a Laporta aseguran que es un presidente “que se hace respetar” en los despachos y que “siempre ha tenido buen trato” con las personalidades que rigen el mundo del fútbol y del deporte, en general. El tiempo dirá si esa fórmula que le sirvió en su primera etapa también tiene éxito en su segundo mandato.

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