Hablemos de dinero

Maria Vallespí: "Hay marcas que no quieren trabajar conmigo porque consideran que se meterán en un follón"

La creadora de contenido catalana explica cuál es su relación con el dinero

Júlia Riera Rovira
3 min
La creadora de contenido catalana Maria Vallespí.

Con más de 100.000 seguidores entre Instagram y TikTok, Maria Vallespí (1995) es una de las creadoras de contenido más destacadas del panorama catalán. Está abriendo camino en el sector de la moda y belleza en internet: "Ser pionera es difícil, porque hay muchas frustraciones que gestionar, pero también es muy satisfactorio." Nacida en Vilanova del Vallès en una familia trabajadora, asegura que desde pequeña tiene una relación sana con el dinero: “Me gusta comprarme mis caprichos, pero tengo mucha conciencia de ahorro”.

Con 18 años, Vallespí se trasladó a un piso de la familia en Barcelona para estudiar turismo en la universidad: “Al principio no tenía ingresos, tenía una tarjeta de mi padre y me pagaba la comida”. Pero en busca de la independencia económica empezó a trabajar en un hotel en combinación con sus estudios. Con el primer dinero le compró una colonia a su madre: “Nos lo han dado todo siempre, y yo le compré un perfume que ella quería. Valía unos 100 o 120 euros y lo pagué con mi primer sueldo, que fueron unos 1.200 euros”. "También hice de azafata de eventos, cosas puntuales que estaban muy bien pagadas, y ganaba entre 10 y 15 euros la hora", apunta. Encaminó su carrera profesional hacia la organización de eventos y las relaciones públicas, el ámbito al que se ha dedicado la mayor parte de su vida laboral antes de dedicarse a las redes sociales.

“Hice un vídeo sobre maquillaje en TikTok porque me sobraba tiempo, y pensaba que sería para mí, para mis dos hermanos y para mis cuatro amigas”, dice. Con el tiempo se dio cuenta de que funcionaba: “Llegó un momento en que vi que estaba cobrando más dinero de la creación de contenido que de lo que ganaba por ir durante 30 días seguidos en la empresa”. Y sigue: “Me di cuenta de que era el momento. Ahora mismo no tengo ninguna hipoteca, no tengo hijos y no tengo ningún gasto sólido aparte de pagar mi alquiler”. La familia fue el punto decisivo: “Tuve mucha suerte con mis padres, que me dieron mucho apoyo. Me dijeron «María, si todo va mal, un plato de arroz en nuestra casa nunca te faltará»”.

Ahora de la mano de la agencia de representación deinfluencers Along Agency, la carrera hacia el éxito de Vallespí está en pleno crecimiento: "Al aumentar mis cifras, también me han aumentado los ingresos". Actualmente las marcas están apostando por el marketing digital, y le destina mucho dinero: “A veces me pongo las manos en la cabeza cuando veo qué cobran otras creadoras de contenido. Nunca dirías que hay gente que debe trabajar cuatro, cinco o seis meses para ganar lo que una persona con muchos seguidores cobrará con un solo vídeo”.

La publicidad es un sector estacional, y los ingresos fluctúan en función de la época del año: “Este junio, por ejemplo, la cosa está en temporada altísima, y ​​cuando hago una campaña veo que voy a cobrar mucho dinero. Pero el mes de mayo ha sido muy flojito y, de hecho, me asusté. Dije: «Ostras, que pocas campañas que tengo»”. La creadora de contenido considera que el único inconveniente es que se cobra a 60 días: “Hay muchas empresas que debes perseguirlas, porque han pasado los 80 días y no te han pagado”.

Trabajar en las redes sólo en catalán

Vallespí explica que tiene unas ideas políticas claras pero que con el tiempo ha aprendido lo que puede decir en las redes: "También puedo perder campañas". Aún así, ella es consciente de que haciendo el contenido en catalán hay un “techo”: “Hay muchas marcas que no quieren trabajar conmigo porque consideran que estarán politizando su producto y se meterán en un follón”. Y pese a que se ganen más dinero en castellano o en inglés, ella no se plantea cambiar el idioma: “Aunque yo esté recibiendo muchos nodos, la gente que venga detrás de mí podrá recibir sí gracias a mi lucha de ahora”.

En un futuro Vallespí quiere comprarse una vivienda con su pareja: “Cuando empiezo a pensar en el tema entro en una espiral de autodestrucción y de negatividad de «yo no podré comprarme una casa». Y esto me hace sentir mucha frustración e impotencia, porque me pregunto cómo puede que esté todo tan precario ahora mismo, que los jóvenes tengamos la certeza de que no podremos tener una casa como la que tuvieron nuestros padres. Si las cosas van como hasta ahora, podremos comprar un piso de 80 o 90 metros cuadrados en una ciudad y que, además, no tenga mucha luz. Esto es tristísimo”.

A nivel profesional le gustaría seguir dedicándose a las redes: “Quizás sería un contenido algo diferente, pero sería un sueño. Si no, mi oficio es hacer relaciones públicas, hacer comunicación. Lo hago muy bien y podría seguir haciéndolo, no se me caerían los anillos”.

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