Mònica Usart y su marido Aleix: colarse en una boda para encontrar el amor
La meteoróloga y su marido llevan 18 años juntos: esta es su historia
La meteoróloga Mònica Usart y su marido Aleix llevan 18 años juntos. La suya fue una historia de amor a fuego lento. Ambos son de Molins de Rei (Baix Llobregat) y fueron a la misma escuela, pero nunca habían hablado porque él tenía cinco años más. Sin embargo, Mónica lo tenía visto porque casa de sus padres estaba cerca. Todo cambió una noche de San Juan en una fiesta del pueblo. Un grupo de amigos en común intentó juntarlos porque sabían que se entenderían bien. “Me lo vendieron muy bien –reconoce Mònica, que esa noche habló por primera vez–. Fuimos a una especie de rábano –yo nunca había ido a ninguno–, y luego volvimos juntos a casa”.
La cosa quedó allí, pero en las semanas siguientes sus grupos de amigos empezaron a encontrarse en el mismo bar y jugaban al duro. “Ni él ni yo éramos demasiado lanzados, así que íbamos haciendo; los amigos nos intentaban ayudar, pero ni así”, recuerda Mònica. Finalmente, ella hizo algo que no había planificado y, mira por dónde, le salió bien. “La hermana de Aleix se casaba y una amiga mía y yo nos colamos en la boda”, confiesa risueña. Una vez allí, la hermana las miró de forma algo extraña, pero no dijo nada, ya que sabía que eran conocidas de su hermano. “Recuerdo bailar con ella, esa noche, y volver a casa juntos”. Y ahí, dice, empezó su historia de amor. Y hasta la fecha.
“Estos 18 años han pasado volando”, asegura contenta la meteoróloga, que antes de estar con Aleix había tenido una única relación larga “un poco complicada”. Con Aleix todo fue sencillo desde el principio. “Es muy bueno, muy buena persona. Para mí, una pareja debe sumar, te debe facilitar la vida y no complicártela. No tiene ningún sentido una relación en la que discutes todo el rato o en la que la otra persona no se alegra de tus logros, que es algo que a mí me había pasado”, señala Mònica.
Con él dice que ha aprendido a ser más respetuosa y calmada con todo el mundo. “No es que yo no lo fuera, pero quizás un día llego encendido a casa por algo que me ha pasado y él no me encenderá más, sino que pondrá paz y será conciliador. Yo a veces soy más visceral”. En este sentido, dice Mónica, se equilibran bien, ya que ella también le anima a “dejarse llevar por arrebatos”, sobre todo a la hora de pasárselo bien.
Ahora que son padres de una niña, Elna, su día perfecto es ir a la playa por la mañana y hacer algo que les guste a los tres por la tarde, como ir al Tibidabo oa un concierto de Pita. Curiosamente, el grupo de amigos que se juntaba en el bar del pueblo se disolvió poco después de que empezaran a salir. "Creo que ya habían cumplido su misión", dice Mónica.