Familia

Navidad divorciados: "Pensaba que podríamos ver la cabalgata como una familia"

Las parejas que se separan deben priorizar a los hijos para conseguir que estas fiestas "no cambien radicalmente"

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La Madre con la hija en Navidad.

BarcelonaSon las primeras fiestas de Navidad que Maria (nombre ficticio porque prefiere preservar su anonimato) celebrará separada, después de casi dos décadas juntos, de quien hasta ahora era su pareja y con la que tiene dos hijos, de 7 y 10 años. Ella se encuentra en una etapa de su proceso de duelo, que se produce en cualquier ruptura, más avanzada que él. "La situación es tensa, ha sido una larga y dolorosa separación, pero los días especiales para cada familia en estas fiestas los hemos conseguido mantener: el 26 de diciembre los hijos lo pasarán con el padre, y el 6 de enero, con la madre", relata. El resto se ceñirán a lo que marca su convenio: desde el 20 de diciembre (cuando terminan la escuela) hasta el 30 estarán con ella, y del 30 de diciembre hasta que comienzan la escuela (el día 8 de enero) estarán con él. "Es triste tener que seguir el régimen de visitas al pie de la letra", admite mientras reconoce que tenía la esperanza de que todos pudieran ir a ver la cabalgata de Reyes juntos. Pero su ex pareja se ha negado en redondo. "En mi mundo iluso pensaba que sería posible", admite. Como viven en un pueblo pequeño, ella seguramente optará por no ir y evitar, así, poner en una "situación incómoda" a sus hijos: "Sacrifico la cabalgata porque si pienso en ellos es mejor no aparecer".

Todo y la dureza de una separación, lo primero en que deben pensar los padres que están viviendo esta situación es en los hijos y en conseguir que su Navidad "no cambie radicalmente", explica Mon Tur, abogada y mediadora familiar y autora de Divorcios con amor. Para ello, tanto Tur como la abogada Adriana Auset, de Auset Abogados, son partidarias de que los padres sean flexibles con el régimen de visitas. "Si para una familia es más importante un día y para la otra otro, vale la pena cambiarlo aunque el juez haya dictaminado algo diferente", apunta Auset.

Pese a la situación de estas Navidades , Maria no pierde la esperanza de que en los próximos años sí puedan compartir la cabalgata. "No quiero renunciar a ello, pero supongo que para él debe pasar más tiempo. Solo espero que no tarde mucho, porque los hijos también se hacen mayores", explica resignada. Auset considera que la solución pasa por que los padres vayan juntos. "Si ambos quieren ver la ilusión de sus hijos, deben hacer el esfuerzo", insiste.

Cómo gestionar los regalos

Pero no sólo los días especiales son difíciles de gestionar cuando existe una separación. El otro gran dilema son los regalos. "Siempre hemos tenido una política muy austera al respecto, y lo que hemos hecho es decirnos qué hará cada uno para no repetirnos", relata Maria. Las abogadas recomiendan pactarlos o incluso hacer un regalo conjunto. "Hay parejas que quedan a las ocho de la mañana para desayunar el día de Reyes y esperan que los niños despierten para ver cómo abren los regalos. Si no puede ser, hay que buscar otra fórmula para que los hijos pasen un rato ese día con los dos progenitores", explica Tur. Lo que es una línea roja, añade Auset, es entrar en una competición a ver quién hace el regalo más caro o más grande: "Lo que tiene más poder económico no debe dejar nunca en ridículo a la otra persona, hay de haber una estrategia conjunta". La misma fórmula recomienda Auset en caso de que para estas fiestas se haga un viaje con los hijos. "Si uno puede pagarles una semana en Maldivas y sabe que el otro sólo puede permitirse ir al pueblo de la familia, es mejor renunciar a un viaje tan caro", relata.

Dentro del cóctel de pactos, los padres que se separan con hijos adolescentes tienen otro punto a negociar: la hora de llegada en Nochevieja. "Hay que consensuar el horario de regreso y en qué casa dormirá para evitar que el adolescente opte por ir a la del progenitor que sabe que le dejará llegar más tarde", deja claro Tur.

Cómo lo viven los hijos

María se ha sorprendido con la naturalidad con la que sus hijos han gestionado la separación. "Veían mal ambiente en casa, pero no entendían qué pasaba. Cuando les dijimos que los papas ya no celebrarían ni harían nada juntos lo entendieron rápido, y eso les ayudó a adaptarse a la nueva situación", relata. Pero María lamenta que cuando hay fechas señaladas todavía no pueda negociarlas con su expareja. "¿De verdad somos incapaces de cambiar estos días por falta de comunicación?", se pregunta resignada. Las pocas veces que lo ha probado ha obtenido un no por respuesta o una conversación llena de reproches.

Lo que trae peor de la separación, admite, es saber que se está perdiendo momento bonitos que no volverán a repetirse con sus hijos. "¿Qué es lo más complicado de todo el proceso? Aceptar que, por mucho que intentes hacer las cosas bien y planifiques, no te saldrá como tú quieres", admite.

Auset aconseja a las parejas que estén pasando por esta situación que el primero que hagan sea asumir que se han separado y que no son ni las primeras ni las últimas que lo harán. "No hay que culpar a la injusticia de la vida, porque uno y otro en su momento se eligieron y deben ser consecuentes con esta decisión. Y, sobre todo, cuando hay hijos de por medio, han de comportarse con ellos como cuando no había ningún problema entre la pareja, porque los que se han separado son los padres, no la familia".

La llegada de una nueva pareja


¿Qué ocurre cuando uno de los dos progenitores rehace su vida con una nueva pareja? ¿Cómo gestionar esta época? Lo primero que deja claro Auset es que nunca debe renunciarse a estar con los hijos cuando te toca el régimen de visitas para estar con tu pareja o ir de viaje con ella. "Por increíble que parezca, esto sigue ocurriendo en muchos casos, y la criatura acaba viendo que prefieres estar con esa persona en lugar de ella", apunta. El segundo consejo de la abogada es que debe tardarse en presentar una pareja a los hijos, porque primero deben asumir que hay una nueva rutina familiar. "Hay que dejarles claro que se ha roto la pareja pero no la familia, y una vez se hayan adaptado a las nuevas rutinas se puede pasar a la segunda fase -argumenta-. En ningún caso se presenta una nueva pareja enseguida y menos antes de Navidad, y tampoco debe presentarse como un amigo o amiga", insiste.

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