Barça

Un nuevo Barça nace alrededor de Ansu Fati (3-1)

El joven delantero lidera el triunfo contra el Valencia el día en el que Kun Agüero debuta con la camiseta azulgrana

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Ansu Fati, celebrando el primer gol del Barça contra el Valencia

BarcelonaEn el Camp Nou soplan vientos de cambio. Mientras en la asamblea los barcelonistas más veteranos ofrecían poner euros de su propia pensión para ayudar el club, a pocos metros Ronald Koeman comunicaba la alineación para recibir al Valencia. Un nuevo Barça, el de Gavi, Pedri y Eric Garcia, donde todo gira alrededor de Ansu Fati. Como si la fórmula mágica fuera ordenar todos los factores alrededor del dorsal número 10, con el joven con raíces guineanas en el césped el Barça parece diferente. Nace un nuevo líder, un nuevo héroe. Nace un Barça que sigue con muchos deberes para hacer, pero siempre es más fácil mejorar cuando ganas partidos como este contra el Valencia (3-1) que no hacerlo después de una noche de vidrios rotos.

El caso de Ansu parece uno de aquellos de futbolistas nacidos con un don. Como si su destino ya estuviera escrito cuando nació. Después de pasar horas mirando el techo de salas de operaciones durante el año que ha estado fuera de los terrenos de juego, Ansu ha vuelto más fuerte. Si contra el Levante tardó cinco minutos en marcar, contra el otro equipo valenciano se encargó de liderar la remontada. No era fácil de hacer, puesto que los equipos de Bordalás sobresalen en el arte de defenderse una vez han marcado primero. Y Gayà tardó apenas cuatro minutos en batir a Ter Stegen con un chute lejano. Ningún problema. Ansu empató poco después con un gol en el que por instantes parecía poseído por el espíritu de Lionel Messi. Con el 10 a las espaldas, recibió enganchado a la banda, burló a dos rivales, buscó la complicidad de Memphis para echar una pared y se inventó un chute seco desde fuera del área. Como si fuera fácil, cuando se había sacado de la manga un truco de magia. Y el Camp Nou se rindió a sus pies. El estadio, este recinto que tiene buena pinta por la televisión pero está podrido por dentro, las ha visto de todos los colores desde que Eulogio Martínez marcó el primer gol en 1957. Es un estadio que sabe reconocer el talento, acompañando a Ansu Fati. El Barça del futuro tendría que crecer alrededor de un jugador que forzó el penalti que permitía cambiar el marcador ya antes del descanso. Foulquier, que con el Valencia sigue comportándose como uno camorrista, tal como hacía en el Getafe, intentó asustarlo gritándole a un palmo de la nariz que hacía comedia. Ansu no se hizo pequeño. Todo lo contrario: lo miró a los ojos, esperando ver cómo Memphis se encargaba de batir a Cillessen con un chute seco que hizo recordar a los más veteranos los penaltis de otro neerlandés, Neskeens.

Gavi en acción contra el Valencia.

Koeman, después de verle las orejas al lobo, parece haber visto claro que a él le toca el papel de acompañar el crecimiento de este nuevo Barça tan joven, donde una pandilla de chiquillos sin miedo le sacan las castañas del fuego. En lugar de ser prudente, el técnico neerlandés removió el equipo e hizo jugar por primera vez en esta temporada a Ansu Fati, acompañándolo en ataque con Memphis y Dest, por la derecha. El joven norteamericano, siempre un poco alocado, quedaba bastante liberado de defender haciendo de extremo. El experimento funcionó bastante bien, a pesar de que no deja de ser un experimento. El Barça abría el campo, a pesar de que Jordi Alba se mostraba más tímido que otras veces, sin incorporarse en ataque. Gavi jugaba como un veterano en medio mientras el Valencia de vez en cuando recordaba al barcelonismo que el Barça anima en ataque pero hace sufrir en defensa. En la segunda parte, de hecho, el palo y Ter Stegen evitaron el empate del conjunto valencianista, a medida que el Barça cedía la iniciativa.

Sin Ansu, llega Kun

El Barça, de hecho, es como el Camp Nou. Los problemas están, a pesar de que no siempre se ven. Problemas en su estructura, en su diseño. En la segunda parte, el equipo jugó con fuego contra un Valencia que se enganchaba al partido como una lapa, siempre molestando. Koeman no tuvo más remedio que cambiar a un Ansu cansado, puesto que todavía le falta ritmo, y romper el corazón de los fieles que fueron al Camp Nou. Una entrada un poco pobre, justo el día en el que el estadio por fin abría las puertas a todo el mundo.

Unos fieles que pasaron de animarse con Ansu a hacer fiesta gorda con los cinco minutos de los que dispuso Kun Agüero. Koeman lo hizo entrar una vez Coutinho había decidido con el 3-1, gol que ni celebró, consciente de que su nivel no es el que tendría que ofrecer. A la espera de ir recuperando efectivos, se trataba de ganar el partido justo antes de enfrentar dos duelos tan importantes, contra el Dinamo y el clásico. Y el Barça consiguió que los tres puntos se quedaran en el Camp Nou con un Sergio Busquets imponente que demostró tener el don de la omnipresencia. Justo antes de la semana clave, Koeman recupera la risa. Un nuevo Barça va cogiendo forma.

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