Moda

Obligadas a trabajar mostrando pecho y muslo

Azafatas de vuelo ante un Concorde.
25/03/2025
3 min
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La palabra uniforme nos remite claramente a la estandarización de la ropa de un grupo humano. Generalmente, quien defiende su uso argumenta la igualación entre personas, además de la minimización de riesgos laborales. Pero las numerosas quejas en torno a los uniformes hablan sobre todo de un sexismo que, lejos de la igualdad, perpetúa la diferencia entre hombres y mujeres. Este ha sido el caso de las trabajadoras del Hotel Palace de Madrid, que deben trabajar con un uniforme que las sexualiza, cuyas blusas evidencian el escote y unas faldas con un corte tan profundo que, cuando se sientan, dejan al descubierto los muslos y la ropa interior. Uniformes rígidos y ajustados que dificultan la actividad física de trabajos como la de camarera de hotel. Ni que decir tiene que los uniformes de los hombres del Palace ni sexualizan ni entorpecen el movimiento. Por tanto, ¿dónde queda la idea de igualdad que debería ser intrínseca a una ropa de uniforme?

En 2022, las trabajadoras de las gasolineras Galpgest Petrogal denunciaron que debían llevar unas camisetas con eslóganes a la altura de los senos, lo que hacía que continuamente los clientes dirigieran su mirada a esta parte de su cuerpo. En el mismo sector de la gasolina, en el 2017 seis mujeres fueron despedidas de la estación de AVIA de La Carlota (Córdoba) por negarse a llevar minifalda, que les hacían poner pese a la necesidad de abrigo de ese puesto de trabajo. Hace poco menos de un mes, el Sindicato de Enfermería de Valencia también denunció que sus uniformes, además de incumplir la normativa de riesgos laborales, eran sexistas, por un ajuste y transparencia que evidenciaban claramente la ropa interior. De hecho, el sector de la enfermería atesora numerosas denuncias, como la de la Clínica San Rafael de Cádiz para obligar en el 2011 a las enfermeras a llevar cofia, falda y delantal, a diferencia de los pijamas de los hombres.

Estaría bien que los defensores de los uniformes por la cuestión de los riesgos laborales intentaran justificar la obligación de los zapatos de talón en muchas profesiones, las cuales tienen un perjuicio médicamente probado en la salud de quien las lleva. Presentadoras de televisión o trabajadoras de sectores como el financiero o el de justicia se ven forzadas a llevarlas, muchas veces presionadas por normas no escritas igualmente efectivas. En el 2016, una recepcionista de la City de Londres, tras presentarse al trabajo con zapatos planos, fue obligada a cambiárselos por unos tacones si no quería ser despedido. En consecuencia, recogió a 123.000 firmas de apoyo que le permitieron llevar su caso hasta Westminster. Una lástima que, finalmente, el Gobierno considerase que las leyes ya aseguraban suficientemente la igualdad entre sexos y que no era necesario cambiarlas, pese a los numerosos testigos de mujeres que aseguraban verse obligadas a llevar minifaldas, talones ya desabrocharse los primeros botones de la blusa en el lugar de trabajo.

El mundo de la tripulación de vuelo también acumula un histórico de denuncias por sus uniformes, que obligan tan sólo a las mujeres a llevar faldas, zapatos de tacón, maquillaje y, en el caso de Ryanair, delantal. Es cierto que muchas compañías aéreas han replanteado sus uniformes bajo una mirada menos sexista, pero, mientras que muchas dejan escoger a las mujeres entre faldas o pantalones y entre zapatos planos o con tacones, ¿darían a los hombres la oportunidad de escoger faldas o zapatos altos si éste fuera su deseo?

Queda claro que los uniformes de trabajo, especialmente para mujeres, con demasiada frecuencia se apartan de la funcionalidad para convertirse en cómplices del estereotipo más rancio de feminidad. A principios del siglo XX, trabajos como los de enfermera o maestra incorporaban un delantal, para dejar claro que el patriarcado vinculaba a las mujeres al entorno doméstico. Ahora, su cosificación como objeto sexual es lo que domina a muchos uniformes. Y, si tiene dudas, pregúntese cómo muchos disfraces eróticos, pensados ​​bajo el deseo masculino, se inspiran en uniformes de trabajo de enfermeras, maestros o criadas.

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