"TheGlobe.com fracasó como un gran número de redes sociales y portales digitales nacidos durante la etapa temprana de internet –explica Frederic Guerrero-Solé, investigador de redes sociales de la UPF–. Entonces, el modelo de negocio todavía no estaba definido y el uso de las webs no era atractivo para los usuarios", dice.
El pinchazo de TheGlobe.com, el pionero de los chats que nació demasiado temprano
"Tengo dinero: ahora ya estoy preparado para vivir una vida asquerosa", dijo uno de los fundadores poco antes de que la empresa se hundiera en bolsa
Stephan Paternot y Todd Krizelman pasaron el verano de 1994 encerrados en la habitación de estudiantes que compartían en la Universidad de Cornell, en el estado de Nueva York. Enfrente tenían dos ordenadores portátiles PowerBook, de Apple. Habían descubierto una sala de chat online que les permitía hablar con decenas de personas de todo el mundo. "Fue en ese preciso instante cuando me di cuenta del inmenso potencial de Internet", confiesa Paternot en el podcastInternet history. Esa misma Navidad recolectaron 15.000 dólares y fundaron WebGenesis, una pequeña empresa de programación. Durante los siguientes meses, dieron forma a TheGlobe.com. Era un incipiente portal web lleno de salas de chat y espacios privados. Los usuarios podían publicar contenido, personalizar su perfil y hablar con cientos de personas. Nació en abril de 1995 y, un mes después, ya contaba con 44.000 usuarios.
"La historia deTheGlobe.compuede recordar la de Facebook –adelanta Frederic Guerrero-Solé, investigador en redes sociales en la Universidad Pompeu Fabra (UPF)–. Surgió en una universidad estadounidense y tenía detrás a personas jóvenes y entusiastas que conocían perfectamente un medio que estaba en crecimiento", apunta el experto. El desenlace, sin embargo, no fue el mismo.
En 1997, The Globe. como ya tenía 600.000 usuarios registrados y los inversores empezaron a llamar a la puerta, uno de los primeros fue Michael Egan, propietario de la cadena de vehículos de alquiler Alamo, que volcó 20 millones de dólares. audiencias de masas es la base para vender productos online", confesó Ed Cespedes, director del brazo inversor de Egan enThe New York Times. Todo el mundo quería hacerse un hueco en el jugoso mundo digital. "Era el patrón de aquellos años –-sintetiza Guerrero-Solé–. Los jóvenes emprendedores se hacían ricos de la noche a la mañana prometiendo a los inversores que sus plataformas serían la puerta de entrada de miles de usuarios en internet", explica . Según el experto, los bancos y las empresas que apostaban a menudo tenían un conocimiento muy escaso de la realidad tecnológica y lo confiaban todo a las previsiones de beneficios que esbozaban los creadores. Se estaba gestando la burbuja de las puntcomas.
Con tan sólo 23 años, Stephan Paternot y Todd Krizelman ya nadaban en un mar de billetes verdes. "Jóvenes como ellos eran la imagen del éxito, pero muy pocos supieron manejar la fama", avisa Guerrero-Solé. En 1998,TheGlobe.comsalió a bolsa con gran éxito: sus acciones se dispararon más de un 600% y sus vidas cambiaron para siempre. "Tengo novia y tengo dinero: ahora ya estoy preparado para vivir una vida asquerosa y frívola", espetó Paternot en la CNN mientras estaba de fiesta en un bar junto a su pareja. A las pocas semanas, estalló la burbuja. Los inversores se dieron cuenta de que los beneficios que preveían obtener con empresas como The Globe.com no eran tan elevados como habían especulado. A finales de año, la cotización ya se había desinflado: de los 840 millones de dólares a los 4 millones. El portal, que nunca generó beneficios, terminó cerrando.