Premi Internacional Catalunya

"Si Putin no aprieta el botón nuclear, creo que perderá la guerra"

La premio Nobel bielorrusa alava la resistencia ucraniana el día que recibe el Premi Internacional Catalunya

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Svetlana Aleksiévitx esta mañana al Palau de la Generalitat

Barcelona“Ataques mortales con misiles golpean Kiev y varias ciudades ucranianas”, informan las noticias internacionales mientras la premio Nobel Svetlana Aleksiévich entra poco a poco en el Palau de la Generalitat, donde este anochecer recibirá el Premi Internacional Catalunya de manos del president Pere Aragonès. La autora bielorrusa -que vive exiliada en Berlín- ha recibido el reconocimiento por su impresionante obra literaria, que radiografía "el final del hombre rojo", pero también por haberse erigido en un símbolo en defensa del pueblo ucraniano. Y las noticias y su bagaje hacen que el encuentro con la prensa discurra sobre la crítica situación de guerra.

Es pesimista respecto a la rendición de Putin o la revuelta del pueblo ruso, pero confía en una derrota: "Pienso que Ucrania ganará. Creo que los dictadores no pueden vencer porque hay un factor tiempo que les va en contra. Pero ¿cuánto tiempo tardará? Esto no lo sabemos". "El dedo de Putin sobre el botón nuclear es muy inquietante -afirma-. Si Putin no aprieta el botón nuclear, creo que perderá y será una derrota militar. ¿Qué pasará con los rusos? No lo sé, no es un país preparado para cambiar", opina.

La escritora cree que los años de propaganda han mermado la capacidad de pensar de los ciudadanos rusos; "es una especie de delirio", dice. Sin ningún líder opositor a Putin, con toda la élite fuera del país, con la represión desproporcionada que se ejerce, no tienen muchas opciones: no ve ninguna posibilidad de revuelta masiva. "Hoy en Rusia cada persona intenta salvarse a sí misma", afirma. Hay casos aislados de sabotaje, pero sabiendo que "lo pagarás muy caro": "Personas que ni siquiera se dedicaban a la política se convierten en mártires, en héroes, ahora no puedes ni salir a la calle si te quieres pronunciar en contra del régimen", explica, recordando nombres muy cercanos a ella de periodistas encarceladas y aisladas. "Esto es una cuerda y quizás algún día se romperá, no lo sé", apunta.

Admiración por los ucranianos

Aleksiévich corre cada mañana al ordenador para seguir las noticias de la guerra. Este lunes, en el que el presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko ha anunciado movilizaciones de tropas junto con rusos en la frontera, ella afirma que no se lo cree. "Lukashenko se salvó de nuestra revolución gracias a Putin y a la KGB. Ha prometido muchas veces que entraría en la guerra, pero ahora en estos momento dar rifles a la gente no sé qué resultado puede tener y más si empiezan a llegar cadáveres a Bielorrusia. Rusia tiene muchos recursos, nosotros no", afirma. Igualmente, no tiene ninguna esperanza de rendición por parte de Rusia: "Si Putin se pone como objetivo aniquilar Ucrania no importa cuántas personas puedan morir en esta guerra porque nada los para", afirma.

"Quiero expresar mi admiración a todos los ucranianos, porque yo no creía que esta guerra pudiera alargarse tanto. Cuando vi los miles de tanques en la frontera, pensé que la guerra no duraría mucho. Ahora veo que todo el mundo está luchando con Ucrania y yo apoyo a Ucrania, les deseo la victoria porque sé que Ucrania lucha por nuestro futuro, por la paz. Ahora sabemos que los planes de Putin no se limitan a Ucrania, se ha hablado de Polonia, de las repúblicas bálticas... Ucrania le paró los pies a Putin", afirma.

Su obra continúa abierta

Aleksiévich, la autora de la "novela de voces", literatura hecha a partir de los testigos de primera mano que recogía yendo pueblo por pueblo, afirma que, treinta años después, sigue escribiendo su enciclopedia sobre el homo sovieticus, porque a pesar de que su obra más conocida se titula El fin del hombre rojo, no es verdad que se haya acabado nada. "Quizás éramos muy naif, pensábamos que nosotros habíamos vencido al comunismo y no fue así. No fuimos vencedores. Si una persona está 20 años en la prisión, cuando sale le parece que es libre pero no lo es, vive dentro de su realidad. Nosotros pensábamos que ya éramos libres pero no, no somos libres, desgraciadamente".

La autora, que tiene un libro sobre el amor acabado pero abandonado en Minsk, de donde escapó, está escribiendo sobre Bielorrusia. "¿Qué ha pasado para que después de 30 años de libertad relativa tengamos el fascismo ruso?", plantea. "Estoy estudiando la maldad y la violencia porque pertenezco en un país que todavía no ha podido salir del círculo vicioso del odio y la violencia", afirma. Aleksiévich, que es de madre ucraniana y padre bielorruso, ha hablado de la fuerza del amor y de la mezcla de sangres. Por eso ha defendido tanto el premio Nobel de la paz a activistas antiguerra de Rusia, Bielorrusia y Ucrania -que ha levantado polvareda entre ucranianos- como el Nobel de literatura para la francesa Annie Ernaux, porque el Nobel defiende así "que la vida no es matarse los unos a los otros en la guerra, la vida no es ponerte en la torre de la central nuclear de Chernóbil, nuestra vida también es amor".

El Premi Internacional Catalunya, que no suele premiar a Nobels porque "ya han tenido un reconocimiento difícil de superar", se ha saltado esta norma no escrita porque "desde que lo recibió, en 2015, no se ha hecho más que afianzar el valor y relevancia de la obra de Aleksiévich", ha dicho la presidenta delegada del jurado Mary Ann Newman.

Después del premio, Alexsiévich no ha acabado su periplo catalán: mañana martes participará en la Bienal de Pensamiento de Barcelona, en el CCCB.

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