Así es el 'reality' de 'El juego del calamar': con pruebas sorpresa y manipulación, pero sin sangre
Netflix ha estrenado la versión real de la popular serie coreana, un concurso en el que los jugadores compiten por 4,56 millones de dólares
Los icónicos chándales verdes, los vigilantes vestidos de rojo y la diabólica muñeca gigante. En la versión real de El juego del calamar hay casi todos los elementos que hacieron popular la serie coreana que explicaba la odisea de distintos personajes para recoger un premio multimillonario. Solo falta un elemento, la sangre, sustituida por pintura negra que mancha la ropa de los concursantes que no superan las pruebas del concurso. A diferencia de lo que ocurría en la serie, en la versión reality show de El juego del calamar, recién estrenado en Netflix, las 456 personas que compiten por conseguir un botín de 4,56 millones de dólares no se enfrentan a la muerte, pero sí a la manipulación de sus compañeros y del propio programa. El concurso tendrá tres entregas: esta semana se han liberado los cinco primeros episodios, el 29 de noviembre llegarán otros cuatro y el 6 de diciembre el último de la temporada.
La nueva aventura de Netflix en el mundo del reality se ha planteado como una experiencia de alcance internacional, con jugadores de todo el mundo, aunque predominan los estadounidenses y los ingleses. La mayoría comienzan el concurso con una euforia desatada que demuestran cuando ven por primera vez cómo se han reproducido al milímetro los decorados de la serie original. Con la gran cantidad de participantes, el programa selecciona hábilmente aquellos perfiles más interesantes para el espectador y para la narrativa del concurso, como una madre de 69 años y su hijo, una pareja de mejores amigos que se conocen desde el instituto o un italiano con un apetito voraz que se dedica a robar comida de sus compañeros. El juego del calamar: el desafío es un concurso de supervivencia, pero también de convivencia, con puntos que le acercan a Gran Hermano, porque los aspirantes a millonarios deben realizar tareas como limpiar los lavabos o pelar zanahorias en la cocina.
Uno de los giros respecto a la serie es que, aparte de los juegos que aparecían en la ficción, en el concurso está lo que se llaman tests, dilemas a los que son sometidos diferentes concursantes elegidos por la organización. Una de estas pruebas inesperadas, que tienen lugar cuando los participantes están retirados en la macrohabitación donde duermen, es la oportunidad de eliminar a otro jugador o darle una ventaja para el siguiente juego. De este modo, el concurso acentúa una tensión ya de por sí suficientemente elevada y hace que nazcan estrategias y alianzas. La producción decidió añadir estos tests porque no sabían cuánta gente iba a ser eliminada durante los primeros juegos y así se aseguraban que el número de concursantes fuera bajando.
Un momento culminante del programa es la muerte de los concursantes, representada con mayor o menor teatralidad según el participante. Todos comparten la mancha de pintura negra que les aparece en la ropa. En el concurso no hay francotiradores que disparen un cartucho de pintura como si fuera un juego de paintball: cada jugador lleva debajo de la camiseta un paquete de tinta atado que explota cuando los sensores de movimiento, las cámaras o los árbitros determinan que el jugador debe ser eliminado.
Acusaciones de maltrato
El reality show de El juego del calamar es una de las grandes apuestas de Netflix de esta temporada, pero antes del estreno varios concursantes se han quejado del trato que recibieron durante su rodaje. A principios de año, un reportaje de la revista Rolling Stone recogía el relato de cuatro testigos que aseguraban estar traumatizados por su paso por el concurso. Entre otras cosas, se quejaron especialmente del rodaje de la primera prueba, conocida como Lámpara verde, luz roja, que se hizo en una antigua base aérea a dos horas de Londres. Los concursantes aseguran que hacía mucho frío –temperaturas de 10 bajo cero– y que el rodaje se prolongó nueve horas. Según el relato de los testigos, muchas personas perdieron la sensibilidad de manos y pies y al menos dos jugadores necesitaron asistencia médica.
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'Traitors' (HBO Max)
A veces para hacer un formato de éxito no es necesario realizar muchos inventos, sólo es necesario inspirarse en juegos tradicionales. Es el caso de 'Traitors', un 'reality' que nació en Países Bajos y que ha triunfado en todo el mundo con versiones locales. Su mecánica es similar a la del juego de estrategia de los lobos y el pueblo. En un grupo de gente, uno o más participantes son elegidos como lobos y deben matar al resto de concursantes (el pueblo) sin que se descubra su identidad. En España, HBO Max estrenó una adaptación con personajes populares o famosos como Cristina Cifuentes.
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'Habilidad física 100' (Netflix)
De origen surcoreano, este 'reality show' reúne a un centenar de atletas y deportistas que compiten entre ellos en una serie de pruebas extremas para demostrar quién es el concursante con un físico más potente. Como en 'El juego del calamar', en cada ronda se eliminan jugadores hasta que sólo queda uno, que se lleva un premio de 225.000 euros. A raíz de su éxito –es el 'reality' de habla no inglesa más visto en la historia de Netflix– la plataforma ha dado luz verde a una segunda temporada.
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'The Circle' (Netflix)
A medio camino entre el experimento social y el concurso, este formato británico cierra a ocho concursantes en diferentes apartamentos de un mismo edificio. No se pueden ver frente a frente y sólo se pueden comunicar a través de una plataforma digital con la que envían mensajes de texto, fotografías o sus biografías. El objetivo es, a partir de estas interacciones, convertirse en el jugador más popular y conseguir un premio de 100.000 dólares