Educación

La receta de éxito para reabrir una escuela rural

Campllong y Palau de Santa Eulàlia son los únicos pueblos que han conseguido inaugurar centros desde la pandemia

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El patio de la nueva escuela de Campllong es todavía un cam ermo, a la espera de que la AFA haga la primera intervención.

Campllong (Gironès)Es el segundo pueblo más pequeño del Alt Empordà. De hecho, hasta hace pocos años rivalizaba con la Vajol por quien ostentaba su récord. Pero con la pandemia empezaron a crecer en población. El Ayuntamiento montó un casal que desbordó las expectativas y reunió a hasta 30 niños en un municipio de poco más de 100 habitantes. Hablamos de Palau de Santa Eulàlia, que en el 2021 –y con sólo siete alumnos– se convirtió en la primera escuela rural de Cataluña en reabrir después de la crisis del cóvido, cuando el departamento de Educació decidió hacer una apuesta decidida por este tipo de centros.

A medio centenar de kilómetros de distancia en dirección sur, encontramos la escuela de Campllong. Estamos todavía en la comarca del Gironès, pero junto a la Selva, una tierra fértil regada por las acequias, torrentes y rieras que abastecen al Onyar y en medio de Cassà y Riudellots de la Selva. Encima del local social, conocido sobre todo por sus platos de caracoles, ha renacido este curso la otra única escuela rural abierta en Cataluña. En este caso, con 18 alumnos de entre I3 y 2º de primaria, tres maestros y una veintena de plantas que han hecho llevar a los alumnos para decorar y cuidar el espacio.

Campllong empezó a batallar hace más de una década para reabrir la escuela cerrada hace medio siglo. No en vano, era uno de los pueblos más jóvenes (edad media de la población) de Cataluña. La realidad ha superado las expectativas: algunos niños preapuntados en I3 se quedaron incluso en lista de espera –los que no eran del municipio– y de la mano de la guardería El Tractoret, que está ubicada justo debajo , la dirección confía en que crezca hasta una cuarentena de alumnos.

Lídia Sanahuja, directora de l'escola rural de Campllong.

Un coste difícil de asumir

Son las dos recetas de éxito que otros municipios miran de cerca, con una mezcla de ilusión y respeto. La pandemia supuso un efecto llamada hacia zonas rurales, con un 5% más de alumnos en estos centros en el curso 2020-2021, y reflejó una tendencia que se había ido intensificando en la última década, pero desde entonces las matrículas han quedado estancadas. Xavi Camps, exalcalde de Palau de Santa Eulàlia por las siglas de ERC, fue a visitar 17 escuelas rurales antes de dar el paso. “Todo el mundo me dijo que el mantenimiento era bajo y coincidían en que sería la mejor decisión política que tomaría en 12 años de alcaldía. Y por eso la abrimos”, dice.

Viendo que Palacio de Santa Eulalia abría escuela tan rápido, Cantallops decidió sumarse al carro. Es, a día de hoy, la única petición de apertura que los servicios territoriales de Educación en Girona tienen sobre la mesa, según la consulta realizada por este diario. Situado junto a la frontera, Cantallops cerró escuela en los años 80 pese a tener suficientes alumnos, que pasaron a ir a La Jonquera. Hace dos años, el Ayuntamiento decidió realizar un sondeo entre la población; de una treintena de alumnos, salieron unos siete u ocho interesados, teniendo en cuenta que muchos ya estaban terminando la primaria. "Nosotros pensamos que una escuela rural hace pueblo, puede provocar que la gente se arraigue y que nuevas familias vengan a vivir", explica el alcalde, Joan Sabartés, que estudió en la escuela antes de que cerrara.

La nueva escuela de Campllong se ubica en el primer piso del local social.
Los niños de E3, E4 y E5 están mezclados en una única aula con una maestra.
Los de 1º y 2º de primaria forman el aula de los mayores de la escuela.

Los tres requisitos indispensables

Se convertirá en realidad, pero difícilmente verán abrirla el próximo curso, ya que deben realizarse obras para adecuar el edificio. Éste es uno de los principales requisitos que pone el departamento de Educación para abrir escuela: tener un espacio disponible por parte del Ayuntamiento y asumir sus costes. La otra, es realizar una encuesta para saber si habrá un mínimo de alumnos. Y, en tercer lugar, que la apertura de la escuela no perjudique el futuro y la viabilidad de otro centro educativo público.

Son las tres condiciones que también cumple Canet d'Adri, que ha visto también como el esperanza de reabrir la escuela era cada vez más lejana debido a la inflación. Este municipio del Gironès junto al Valle del Llémena, pasado ya Sant Gregori, tuvo una muy buena respuesta de las familias a la encuesta que pasaron. Hicieron el proyecto para adecuar el antiguo restaurante La Sala, que el consistorio compró, pero con el aumento del coste de las obras ahora les sale un 30% más cara la rehabilitación, lo que significa que este año sólo podrán adecuar la planta baja. "Somos un municipio pequeño: nuestro presupuesto para cinco pueblos es de 700.000 euros y sólo rehabilitar el edificio cuesta 1 millón de euros", dice el alcalde de Canet de Adri, Enric Subils.

El instituto-escuela, una fórmula que no acaba de encontrar el encaje

Cuando un niño ha crecido en una escuela rural con unos 40 alumnos como máximo, llega el momento, con 12 años, de afrontar un choque muy importante: ir al instituto. En las comarcas gerundenses la mayoría están situados en ciudades. Y la realidad social es muy distinta. Por eso diferentes escuelas y AFA reclaman la creación de más institutos-escuela , modelos como los de Peralada y Empuriabrava. En el caso de Campllong, se habla de hacer un instituto en Riudellots para descongestionar a Cassà. Y en el Alt Empordà, en Vilamalla o Camallera. Pero de momento no tienen el mismo apoyo por parte de Educació como el que hay para reabrir escuelas rurales.

Perder la gratuidad del transporte

Más allá del coste económico, existe un factor que echa atrás algunos municipios. Como es el caso de Sant Martí de Llémena. Desde el Ayuntamiento se impulsó una encuesta para ver si reabrían una escuela en el Valle, ya que los niños se dividen entre Sant Gregori (Gironès) y las Planes de Hostoles, pero las familias manifestaron que preferían seguir teniendo gratuidad en el transporte y en el comedor escolar. Y es que si no tienes escuela en el municipio, es el Consejo Comarcal quien bonifica a las familias con estas medidas. “Es un tema que ha salido con algunas familias –reconoce el alcalde de Canet d'Adri–. Más allá del dinero, a muchos padres les va bien, que se lleven a los niños a las ocho de la mañana, no los devuelvan hasta las cinco de la tarde y no les cueste ni un duro”.

De hecho, fue uno de los temas que, según la lectura que se haga, acabó costando la alcaldía a ERC en Palau de Santa Eulàlia por un voto. Tres familias que se quejaron de perder la gratuidad para estudiar en Garrigàs, el pueblo de al lado y que sí tiene escuela. Una vez que se abre escuela rural en un municipio, desaparecen las bonificaciones para todos los alumnos a partir de I3. Sin embargo, los mayores pueden conservarlas para mantenerse en el centro educativo donde están.

Para Paula Tubert, madre de tres de los nuevos alumnos de la escuela de Campllong, decidir llevarlos a la escuela le ha supuesto 500 euros más al mes en concepto de comedor. Pero asegura que tiene una gran recompensa por el “privilegio” que tengan una atención personalizada con unos ratios muy bajos, a diferencia de la escuela donde sus hijos iban a Cassà de la Selva.

Abrir la escuela de Campllong supuso también un gran reto para Lídia Sanahuja, que por primera vez es directora de un centro. A principios de año le llamaron diciendo que existía la posibilidad de convertir el sueño de Campllong en realidad y que querían que lo hiciera realidad. “Para mí fue un regalo”, señala en el ARA. Las primeras preinscripciones las realizaron en la sala de plenos del Ayuntamiento. “Las familias hicieron una apuesta a ciegas”, recalca desde la sala de profesoras de la escuela, que tiene tres maestros: ella, Eva, tutora de infantil, y Serena, de Primaria.

En poco tiempo Sanahuja ya ha notado muchos cambios. El hecho de que los alumnos estén mezclados por edades hace que exista mucha ayuda entre niños. También realizan asignaturas todos juntos, como música. "Somos una escuela que intenta construir la utopía, gracias a tener unos ratios muy bajos", enfatiza. Cuando empezaron el curso pidieron a todo el alumnado que llevara una planta, para transmitir cuidado, sentimiento de pertenencia y también que “la escuela es como una familia”. De hecho, comen todos juntos, paran y disparan la mesa y ponen en marcha el lavavajillas. Empezaron siendo 11 y ahora ya se quedan todos a comer. Con la intención de que, si bien mucha gente todavía los conoce por ser la escuela encima del local donde se come tan bien, pronto sea el restaurante que hay bajo una escuela reconocida y que perdure en el tiempo.

Paula Tubert Casals, secretaria de la AFA de la escuela rural de Campllong y madre de Nel, Juna y Arau.
"Ahora pago 500 euros de comedor escolar; antes no pagaba nada"

Paula Tubert es la madre de Nel, de tres años, Juna, de cinco, y Arau, de siete. Los tres han comenzado este curso en la escuela de Campllong. Los mayores iban antes a la escuela Puig de Arcas de Cassà de la Selva, pero han pasado por la guardería municipal El Tractoret, de Campllong. Tubert es también la secretaria de la AFA.

¿Cómo ha vivido la gestación de la creación de la escuela de Campllong?

Hace dos años se empezó a decir que sería una realidad y soñábamos con que entrara en funcionamiento el curso anterior. Fue fruto, en parte, de la determinación del alcalde.

Dos de tus hijos iban a otra escuela, ¿qué ha supuesto el cambio?

Ahora pagamos 500 euros de comedor escolar; antes no pagábamos nada, nos salía gratuito, ya que no teníamos escuela en el municipio. El cambio nos sale a cuenta por la atención que reciben los niños. Yo soy docente de secundaria y viendo la escasez de recursos en todas partes, aquí la atención es un privilegio.

¿Y para tu hijo mayor, que ahora hace segundo?

Arau es el único niño de la escuela de mayores, la que hace primero y segundo de primaria. El resto son niñas. A él le costó el cambio, estaba reacio, pero al cabo de una semana ya estaba encantado. Él será la primera promoción en salir y se reencontrará con los amigos de Cassà en el instituto.

¿Y para el pequeño, que ha ido a la guardería?

En el ámbito curricular, Nel acaba de cumplir tres años y ya escribe letras. El cambio que han hecho en un mes y medio en una escuela convencional no lo habrían hecho ni en siete meses. La adaptación también ha sido muy fácil, porque significaba sólo subir un piso, puesto que la escuela infantil está al lado.

¿Mantene vínculo con la antigua escuela?

Teníamos el miedo a que nuestros hijos se relacionaran con pocos niños, por eso lo compensamos socialmente manteniendo las extraescolares en Cassà de la Selva. Yo estudié en una escuela pequeña en Riudellots y tengo un recuerdo muy positivo.

¿Cuál es el primer reto como AFA?

Tenemos ya un proyecto para el patio, que está completamente vacío. A finales de noviembre realizaremos la primera intervención.

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