Infancia

La regla de los cuatro regalos: como evitar niños hiperregalados

Según los expertos, en una casa nunca tendría que entrar un catálogo de juguetes porque se crea una necesidad al menor que no existe

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La Tona Código na con su hija Cèlia, de 4 años.

SabadellLas vacaciones de Navidad son una de las fiestas más esperadas sobre todo para los niños. Ahora bien, entre el Tió, los Reyes y Papá Noel, existe el riesgo de caer en un consumismo feroz que puede llegar a provocar lo que se conoce como el síndrome del niño hiperregalado, menores que reciben tantos estímulos en forma de regalos que pierden la noción del valor de las cosas.

Las cifras hablan solas. Cada familia se gastará una media de 634 euros estas fiestas en España, según un estudio de la consultora Deloitte. De estos, unos 270 euros se destinarán a la compra de regalos para toda la familia. A pesar de la crisis actual, el ocio y restauración (+29%) y los regalos (+12,4%) son los sectores en los que se prevé que haya un incremento de gasto más importante.

A medida que se acercan las fiestas, el bombardeo de anuncios es constante y los catálogos de juguetes conquistan los buzones. Pero ¿se tienen que marcar límites a la hora de escribir la carta a los Reyes o a Papá Noel?

“Esta es, precisamente, la labor de los padres: educar”, dice Francesc Núñez, sociólogo de la UOC. “Para un niño, renunciar a todo lo que encuentra en un catálogo es muy difícil, pero hacerse mayor es ir arrancando páginas y quedarse con cuatro o cinco regalos. El catálogo sería el mar abierto; ahí el niño se ahoga, le tenemos que enseñar a evacuar el agua de este tsunami”, añade Núñez. Por eso los educadores aconsejan que el niño haga las cartas con un adulto al lado.

Núñez propone la regla de los cuatro regalos porque “es una manera de hacer selección, marcar límites y cubrir cuatro funciones diferentes que tienen que tener los regalos de Navidad”. El primero tiene que satisfacer el deseo principal, el gran regalo, el que hace más ilusión, explica. “Es el que todos teníamos cuando éramos pequeños, el que era lo que más deseábamos”. El segundo tiene que responder a una necesidad: unas zapatillas, una gorra, un abrigo... Y, si hace falta, se pueden hacer dos regalos de este tipo, según la demanda real. El tercer regalo tiene que ser educativo y, entre otras ideas, puede ser un libro, un montaje de piezas o una experiencia en familia a un museo, al acuario... Y, finalmente, el cuarto regalo tiene que permitir jugar con otras personas (amigos o familia), como un juego de rol, un juego de mesa, etc.

Lucha contra el exceso

Tona Codina es publicista y copy creativa y madre monoparental de Cèlia, de 4 años. Viven en Matadepera y estos días previos a Navidad son “un poco estresantes para gestionar el tema de los regalos racionalmente y luchar contra el exceso y el consumo feroz”, detalla. Como Cèlia no tiene padre, a su madre se le ocurrió darle cuatro padrinos –dos, sus dos hermanos, y dos buenos amigos– para suplir la parte paterna. “Tratan de organizarse para los regalos de los Reyes, a veces los hacen en equipo o asumen una parte. Este año probaremos la regla de los cuatro regalos, que se nos ajusta bien y tiene sentido”, apunta. Codina reconoce que, a pesar de que se ha criado en “una familia bastante espartana, a veces es inevitable que Cèlia reciba más de lo que necesita". "Ya me pasa con la ropa, que me dan mucha, pero a menudo también hay juguetes heredados. Además es la nieta y sobrina más pequeña de la familia... y todo el mundo está por ella”, dice, sonriendo. “Pierdo tiempo seleccionando para dar, de nuevo, pero es un buen sistema para reducir el consumo excesivo”, concluye. Es una madre partidaria de regalos vivenciales, especialmente ahora que ha encontrado un grupo de madres monoparentales y hacen excursiones con furgoneta. "Nuestros hijos quieren experiencias, más que cosas materiales”, reflexiona.

¿Cómo nos relacionamos con el consumo?

Aida G. Quer es doula de profesión y cofundadora del Espai Criança i Salut de Sabadell, donde acompañan a las familias de bebés con talleres y formaciones temáticas, aparte de tener tienda de ropa, complementos para la crianza y juguetes artesanos y de km 0. La experta aconseja responder a la siguiente pregunta: “¿Cómo me quiero relacionar con el consumo? Los niños pequeños, especialmente de 0 a 3 años, no necesitan muchas cosas. Por lo tanto, vale la pena pararse a pensar en qué momento evolutivo está esa criatura: qué hace, qué no hace... Y a partir de aquí veo si le va bien una caja, un palo o un juego libre”, propone. “En la infancia, el menos es más. Navidad es una época en la que los niños están saturados de dulce, de luces y de familia y, por lo tanto, hay que darle la importancia que tiene un juego o un juguete. Si regalas 25, ese ya no tiene importancia”, subraya la experta. “Es mejor que entre toda la familia hablemos y entre todos regalemos una bicicleta, o un espectáculo para ir juntos, que todo el alud sin sentido. El tiempo que has dedicado a pensar el regalo que le hará ilusión y comprarlo o hacerlo también forma parte del regalo”. Para Quer, es clave entender que “los juegos y los juguetes no tienen que hacer cosas. Es un material con el que el niño tiene que hacer a través de la imaginación, de la lógica, de la experimentación... Un juguete no tiene que ser pulsar un botón y que haga ruido y luces, sino un juego que pueda acompañar al niño durante tiempo y que crezca con él”.

La experta cree que “en una casa nunca tendría que entrar un catálogo ni anuncios de juguetes porque, de nuevo, se está creando una necesidad que no existe”. Y aconseja ir a buscar “espacios especializados, donde conozcan bien la evolución del niño y con materiales de calidad”. 

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