¿Quiénes son los notarios catalanes que han superado las oposiciones más difíciles?
Los candidatos dedican unas 50 horas semanales de estudio durante cinco años y el 25% no supera la primera prueba

BarcelonaUna media de 50 horas de estudio semanalmente durante cinco años. Es el tiempo que han dedicado las 92 personas que han aprobado las últimas oposiciones por ser notario. Se calcula que para superar esta prueba son necesarias al menos 3.000 horas de estudio, y se considera una de las oposiciones más difíciles. Cataluña es donde trabajarán más de los últimos aprobados en todo el Estado: 28 ejercerán a partir de esta primavera y, de éstos, diez son catalanes. El ARA ha hablado con tres de ellos ahora que ya tienen por delante el objetivo que han perseguido desde hace tanto tiempo.
Son Jennifer Molina, Núria Brunsó y Alberto Henarejos. Han seguido caminos distintos hasta conseguir la plaza, pero los tres coinciden en que la vocación es imprescindible para afrontar el esfuerzo que suponen estas oposiciones. También repiten la importancia del apoyo de sus familiares, amigos y parejas —todos tienen desde que empezaron a preparar el examen— en unos años en los que su vida social se ha reducido al mínimo para dedicarse a estudiar. "Si un día vas a una discoteca te sientes mal, te dices «¿Qué estoy haciendo aquí?»", comenta Henarejos. Brunsó añade: "Si no tienes pareja, encontrarla durante la oposición creo que es muy difícil, a menos que sea alguien que estudie contigo".
La primera de las cuatro pruebas es un examen oral en el que durante una hora deben exponer cuatro temas jurídicos que a cada candidato le tocan por azar sacando una bola de un bolso. En la última convocatoria, sólo superaron a esta parte el 25% de los candidatos. Se exige literalidad a la hora de explicar la normativa y exactitud en el tiempo —el cronómetro es "esencial", dicen—, hasta el punto de que se pueden dar casos como el de Henarejos, que la primera vez que se presentó en el examen no le superó porque se quedó en blanco en los últimos dos minutos de la prueba.
Molina se ha convertido en notaria con 27 años, y empezó a prepararse cuando tenía 22. Entonces ya era consciente de que sería "una carrera de fondo", y durante estos años ha estudiado unas 10 horas diarias, seis días a la semana. Dice que uno de los principales obstáculos ha sido el impacto psicológico: "La vida no se detiene y pasan cosas que se hacen difíciles cuando estás tanto tiempo sola en casa". Lo corrobora Henarejos, que empezó a estudiar dos meses después de la muerte de su madre: "No es una crítica, porque es así, pero al tribunal le da igual tu vida personal".
El tipo de prueba hace que la forma más común de estudiar sea memorizar recitando en voz alta. Por eso, la mayoría de opositores no estudian en bibliotecas sino en casa. Molina, consciente del impacto de pasar tanto tiempo cerrada, enfocó "todos los recursos" a estar bien para estudiar: "El único tiempo libre que tenía lo dedicaba a la psicóloga ya ir al gimnasio, que era lo que hacía que pudiera estudiar mejor". De hecho, recibió una beca de la academia del Colegio Notarial que, en gran parte, destinó a estos gastos. "La mía es una familia obrera normal y corriente; no vengo de la familia de notarios ni nada de eso, ya partir de cierta edad también necesitas tener independencia", dice valorando la beca.
Los aspirantes suelen estudiar supervisados por un preparador, con el que normalmente se encuentran una vez por semana para "cantar" el temario y comprobar cómo llevan la memorización. El Colegio Notarial ofrece un servicio gratuito por el que pasan la mayoría de opositores, como hicieron Molina y Brunsó, que ahora hacen de preparadoras para "volver" la ayuda que han recibido.
De oficial a notario
A diferencia de sus compañeras, Henarejos no se ha preparado en la academia. El camino que ha seguido es inusual entre los nuevos notarios. Tras estudiar derecho, se planteaba prepararse las oposiciones para ser juez, pero por dificultades económicas no lo hizo. Enlazó diferentes trabajos, entre otros en un cine, y cuando se acercaba a la treintena dio un cabezazo para poder dedicarse a algún trabajo relacionado con la carrera que había estudiado. Así empezó a trabajar en una notaría, "desde la posición más bajita y pasando por todas las posiciones, hasta aprender el oficio de oficial de notaría".
Ya con 35 años se decidió a opositar. Recién casado, cuando regresó de la luna de miel cambió el trabajo a la notaría por la preparación de las oposiciones. El notario que hasta entonces había sido su jefe, pasó a ser el preparador con el que repasaba el temario.
"Tenía clarísimo que era la última vez que lo intentaba"
Núria Brunsó ha pasado ocho años y medio preparándose para conseguir el título. Los primeros cuatro lo compaginaba con una concejalía en Cornellà de Terri (Pla de l'Estany), pero se dio cuenta de que para superar a la oposición se tenía que dedicar a tiempo completo. Las oposiciones a notarías se convocan cada dos años, y Brunsó se ha presentado cuatro veces. "Tenía clarísimo que esta vez era la última", admite. Asimismo, reconoce que no sabe qué hubiera hecho si no hubiera aprobado esta última vez, cuando las pruebas se realizaron en Barcelona. "Te planteas «si no va bien, lo dejo». ¿Pero qué hago con mi vida? He estado estudiando, he hecho derecho cuatro años, he hecho la oposición, y no tengo ningún título. Si suspendes, no puedes acreditar los conocimientos que tienes, eres un opositor que no se ha sacado unas oposiciones, que lo ha dedicado años pero que no lo ha dedicado".
"De repente también somos de empresarios"
Desde que aprobaron hasta que empiecen a ejercer habrán pasado unos once meses, que aprovechan para disfrutar del tiempo libre que no han tenido en los últimos tiempos, pero también para terminar sus notarías. Molina se ha dado de alta como autónoma un rato antes de la entrevista con el ARA. A diferencia de otros opositores, los nuevos notarios deben abrir despacho e instalarse en el municipio en el que han conseguido la plaza. Henarejos señala los "nervios positivos" para abrir el local y realizar trámites, como contratar los suministros. Molina coincide: "De repente también somos de empresarios; tenemos esa faceta de contratar. Eso sí que no se enseña".