Nuevos modelos de familia

Tendremos un hijo juntos, pero no somos pareja

Crece el fenómeno de la coparentalidad: personas sin vínculo afectivo que se unen para ser padres

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Pares sin ser pareja

SabadellÉl se llama Xavi y tiene 43 años; ella Marina y tiene 34. No son pareja, pero han decidido tener un hijo juntos. Empezarán pronto sin mantener relaciones, sino con inseminación artificial casera con una jeringuilla. Hace cinco meses que se han conocido gracias a la agencia Copaternidad Barcelona, que pone en contacto a hombres y mujeres que han tomado la decisión de compartir paternidad y crianza sin una relación de amor romántico, al menos de entrada. La copaternidad o coparentalidad crece porque cada vez hay más separados y solteros con ganas de ser padres y que prefieren no serlo solos, sino en pareja y a partir de toda una serie de acuerdos.

Después de haber quedado casi cada semana para comprobar que son compatibles, Xavi y Marina acaban de acordar que tratarán de tener una criatura y cómo lo harán. Si todo va bien, Xavi se irá a vivir a casa de Marina. Con los nervios a flor de piel, ella todavía tiene que asimilar lo que están a punto de vivir: "Estamos en el momento más fuerte porque ahora es cuando esto es real. Es diferente para mí que para él, porque ahora soy yo la que tiene que trabajar, en realidad. Volvimos del fin de semana y él estaba supercontento, y yo neutra porque estaba entre supercontenta y superasustada. Estoy en este proceso; quizás él está más avanzado que yo". Fijarán un plazo para intentar conseguir el embarazo con inyecciones de esperma, un método que tiene un éxito parecido a la cópula; si no, llamarán a una clínica de reproducción asistida. Marina era la primera candidata de Xavi; él, el quinto de ella, que también está en lista de espera para ser madre sola.

"La antropología te enseña que nos han dicho que las cosas tienen que ser de una manera, pero que, si se hacen de otra, no pasa nada", asegura la antropóloga Carmen Balaguer, creadora y directora ejecutiva de Copaternidad Barcelona. Topó con la copaternidad en la universidad, donde una doctoranda habló de ello en clase por primera vez. "Me puse a investigar y no había nadie que hiciera lo que hago yo ahora", explica. El proyecto es ahora su trabajo, es conocido y se anuncia en las redes, pero nació en 2018 como página de Facebook: "Empezó a escribirme gente. Sin publicitar, solo con Facebook, yo no tenía ni Instagram ni web ni nada. Y me dije: «Qué bien, parece que hay interés en esto»". El covid le dio el empujón definitivo: "Durante el confinamiento, como tenía más tiempo, empecé a construir la web y a profesionalizarme hablando con abogadas y con psicólogas", explica.

Un acuerdo de parentalidad previo a la gestación

No solo facilita, cuando hace falta, la formación de parejas no sentimentales que quieran tener hijos, sino que también las acompaña hasta el nacimiento a partir de un método propio fruto de la experiencia, que incluye entrevistas a demanda, cuestionarios con temas que hay que dejar pactados y ayuda para firmar el acuerdo de parentalidad previo a la gestación, que se hace, "sobre todo, porque si en el futuro hay algún problema, además de tener el convenio regulador de custodia compartida progresiva, tengamos un documento que diga que lo pactamos". Ahí se plasman aspectos como el reconocimiento del bebé, la financiación del tratamiento y de la criatura, o la custodia, compartida casi siempre, y sus fases. Pero el objetivo básico es que no quede ningún detalle sin atar: "Como lo tenemos que plasmar por escrito, nos obligamos a hablar y a hacer el ejercicio de redactarlo bien; y cuando el embarazo ya está avanzado, vamos al abogado". ¿Cuánto vale? En modo beta, Balaguer no cobraba nada: "Quería que la gente se apuntara y que el dinero no fuera un problema"; los nuevos clientes pagan 300 euros por la entrevista y 300 más con el primer intercambio de teléfonos.

Hasta ahora, la agencia ha atraído a un centenar largo de usuarios y ha formado catorce parejas. "A la chica le cuesta mucho decir: ‘Venga: hagámoslo’". Todos han tenido que superar un cuestionario previo. Los hombres de más de 50 años tienen que presentar un espermograma. Admite que en el caso de las mujeres es más delicado: si tienen más de 40 años, puede haber problemas de fertilidad y tienen que declarar si aceptarían un óvulo de donante. Los clientes tipo tienen "un nivel de vida bastante bueno y estudios superiores", subraya: ellas tienen entre 38 y 40 años y ellos entre 40 y 42. Antes había más hombres que mujeres y la mayoría eran gays, pero ahora está igualado. El 90% o más de las parejas van a una clínica: "Es lo más fácil". Dos de cada diez parejas de copaternidad se acaban convirtiendo en parejas convencionales: el proceso habitual (primero cortejo, después paternidad) se cambia. Les ha pasado a tres. La juventud de la iniciativa hace que no haya habido ningún parto, pero no tardará en haberlo: dos parejas ya se han sometido a un proceso de reproducción asistida y cinco más se pondrán a ello de manera inminente, incluyendo a Xavi y Marina.

Una opción poco conocida

"El hecho de poder tener hijos sin tener pareja a través de la reproducción asistida ha cambiado mucho la manera de relacionarse y, sobre todo, ha separado estos proyectos: el proyecto de pareja del proyecto de tener hijos", apunta la antropóloga Morena Álvarez, miembro del grupo de investigación AFIN de la UAB. No juzga el fenómeno, pero sí que hace un análisis en dos sentidos que confiesa que son contradictorios: "No se produce un cambio social poniendo los cuidados en el centro, sino que se buscan soluciones individuales", apunta. Y se pregunta: "Estas respuestas, que, en principio, parece que se toman para solucionar problemas o situaciones individuales como por ejemplo «Quiero tener un hijo pero no puedo dedicarle el 100% del tiempo o no tengo pareja con quien tenerlo», ¿si las acaba haciendo mucha gente no provocará una transformación social?".

Según Balaguer, el conocimiento de la copaternidad y el interés para acceder crecen: "Últimamente nos escribe muchísima más gente. Yo creo que irá a más. Se empieza a naturalizar, a ver como algo más normal", afirma. Para Xavi y para Marina es lo más normal del mundo, y han encontrado la manera de hacer realidad lo que sueñan. "Siempre he querido tener hijos, pero no se ha dado la oportunidad, no he tenido una pareja con continuidad", dice ella. "El instinto de paternidad se me despertó ya de mayor, por el efecto del entorno, las amistades, la familia... que también son padres", apunta él. Un entorno que, en los dos casos, los apoya: "Mis padres, al final, me han acabado diciendo «Si a ti te hace feliz, adelante», comenta Marina, y Xavi coincide, si bien con un matiz: «Mi padre es de la vieja escuela, no lo acaba de entender, pero se adaptará". A los ojos de los dos, más allá de tradiciones y opiniones, su ilusión es tener una criatura y ayudarla a crecer.

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