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El presidente argentino Javier Milei ha ofrecido una motosierra al millonario Elon Musk
21/02/2025
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Tienen las ideas claras y no se esconden. Por el contrario: la exhibición impúdica de su ideario es una parte esencial. El mensaje se ha convertido también en el fondo. Se trata de reducir orgullosamente la administración, adelgazándola de forma considerable. Y hacerlo sin demasiados miramientos para quienes puedan salir perjudicados, miles de ciudadanos que incluso quizás los han votado. El caos contradictorio es fabuloso.

Washington acoge estos días la cumbre de la ultraderecha, con Donald Trump de anfitrión y una cola de invitados, entre ellos el narcisismo gana por goleada. El argentino Milei, campeón de la extravagancia y la dureza dialéctica, ha regalado una motosierra a Elon Musk, que le ha mostrado en público con orgullo y como una diversión. Es el símbolo del recorte del sector público y del antiestatismo de ese capitalismo que se autoproclama libertario. Una libertad para desmontar las leyes reguladoras del mercado, para prescindir de las ayudas sociales, para facilitar los negocios sobre todo de los superricos en el poder; pero también negocios dudosos como el fraude de una criptomoneda que ha contado con el apoyo del presidente argentino.

Desconstruir la democracia desde dentro a decretazo y motosierra se ha convertido en acción y propaganda, todo a la vez. Se trata de gobernar contra las instituciones con una gruesa retórica de palabras y gestos espectaculares, supuestamente divertidos. En este show, los hechos y los datos quedan descuidados. No cuenta tanto el qué crear un clima de adhesión a esta revolución de extrema derecha que está uniendo a los nacionalistas exacerbados de diferentes partes del planeta en una cruzada autoritaria.

El ataque al estado de derecho es ahora mismo un hecho y un espectáculo. Y, aunque sea difícil de entender desde la defensa de los valores clásicos de libertad, igualdad y fraternidad, mucha gente aplaude a esta deriva destructora. Cabe preguntarse por qué y responder con propuestas y discursos creíbles, realistas, plausibles. De momento, la ola radical ultra sigue haciendo agujero en la opinión pública a expensas de la convivencia y la cohesión social, también a expensas de la multilateralidad y la diplomacia. El mundo es hoy más inseguro e impredecible.

¿Hasta dónde llegará el desmontaje democrático? El estado del bienestar en Europa podría tener los días contados si las derechas extremas siguen creciendo. En Estados Unidos, donde era más débil, está ahora mismo en el punto de mira. La reunión de Washington certifica que el programa es global. Abascal (Vox) ha acudido con altavoces a su servicio. Y en Catalunya tenemos una Aliança Catalana que ya no se molesta en marcar distancias ideológicas con Vox: reconoce que si los de Abascal aceptaran la catalanidad, por lo demás se entenderían.

Este descaro también se está produciendo en la cuna del nazismo, una Alemania en la que el partido neonazi de Alice Weidel, Alternativa para Alemania (AfD), este domingo puede quedar en segunda posición e impedir que sumen una coalición de socialdemócratas y cristianodemócratas. Vienen tiempos complicados para defender la democracia y la convivencia. Lo que ahora vende es la furia.

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