Los 1,5 ºC son el objetivo a toda costa

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Ola de calor en Kandahar, en Afganistán, el 31 de mayo.

El mundo arde y los dirigentes políticos nos están fallando. Las temperaturas suben a un ritmo alarmante, y parece que quienes creen que todavía es posible limitar el calentamiento global a 1,5 °C son una minoría cada vez menor. Mientras gobiernos de todo el mundo incumplen las responsabilidades que se derivan del Acuerdo de París, la carencia de una acción suficiente ya ha hecho casi imposible mantener las temperaturas mundiales por debajo del límite de 1,5 °C. Pero aunque algunos comentaristas prestigiosos han declarado que este objetivo está "muerte", yo he llegado a la conclusión opuesta: los 1,5 ºC nunca morirán.

Es verdad que el mundo vive una situación extrema. Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) acumuladas en la atmósfera desde el inicio de la Revolución Industrial ya han calentado el planeta alrededor de 1,3 °C, según elinforme de ese año sobre Indicadores del Cambio Climático Mundial. Y varios estudios (incluyendo uno de mi autoría) muestran de forma fehaciente que existen objetivos cruciales que no se están cumpliendo. Con las políticas actuales, se prevé que las temperaturas mundiales aumenten entre 2,5 y 3 °C a finales de este siglo.

Incluso si los gobiernos cumplieran todos sus compromisos actuales, la probabilidad de que el calentamiento global sí supere los 1,5 °C es siete veces mayor. Si a esto le sumamos las tácticas dilatorias de la industria de los combustibles fósiles, incluyendo el ecopostureo para ocultar sus prácticas empresariales contaminantes y la reciente marcha atrás en los objetivos de emisiones autoimpuestos, queda claro que nuestras opciones de no superar los 1,5 °C son exiguas. Por eso los climatólogos prevén que el calentamiento global excederá con creces el límite de 1,5 °C.

Pero al igual que los riesgos no desaparecen cuando se superan los límites de seguridad, los compromisos del Acuerdo de París no se desvanecerán al superar los 1,5 °C. Aunque sea un límite político, no salió de la nada. Es un límite con fundamentación científica, que en un principio fue defendido por pequeños estados insulares y después recibió el apoyo de una amplia coalición de países ambiciosos.

En estos momentos, ya es evidente para muchos gobiernos que un calentamiento global superior a 1,5 °C implica riesgos sociales inaceptables, es un obstáculo para el desarrollo y supone una amenaza existencial para comunidades vulnerables y sus culturas. Además, la línea entre un calentamiento "seguro" y uno "peligroso" se está volviendo cada vez más borrosa. Como muestran en todo el mundo los efectos devastadores del cambio climático, incluso un calentamiento de 1,5 °C es peligroso, y nuestras sociedades no están bien preparadas para hacerle frente.

En los últimos veinte años hemos experimentado qué es un mundo que se ha calentado alrededor de 1 °C. Ninguna región se ha salvado de los efectos. Cada vez más países enfrentan incendios, inundaciones y tormentas con costes humanos y financieros devastadores que trascienden a las fronteras nacionales. Entre 2000 y 2019, los desastres relacionados con el clima se cobraron más de medio millón de vidas, causando daños estimados en más de dos billones de dólares y afectaron a casi cuatro mil millones de personas en todo el mundo.

Un miembro de la fundación Hamdam plantando mangles en la costa pakistaní, en Badin, en una intervención dirigida a proteger la costa de las tormentas y la invasión marina.

Incluso con 1,5 °C de calentamiento, una de cada siete especies está en peligro de extinción, ecosistemas críticos como los arrecifes de coral tropicales se enfrentan a la destrucción, y las oleadas de calor extremo que nuestros bisabuelos sufrían una vez en la vida se producirán de media cada seis años. Siglos de deshielo causarán un aumento del nivel del mar que inundará grandes ciudades como Londres, Nueva York, Shanghai y Calcuta. Los intentos de las comunidades vulnerables y marginadas de salir de la pobreza saldrán perjudicados, y todos los países verán obstaculizado su desarrollo económico.

Por eso, limitar el calentamiento global es una cuestión de justicia social, de derechos humanos y de desarrollo a largo plazo. Y ese imperativo se mantiene aunque pasamos el umbral de los 1,5 °C. Además, aunque superar este límite tenga consecuencias políticas imprevisibles (porque aumentarán las reclamaciones de compensaciones por daños evitables relacionados con el clima), las implicaciones políticas de reducir la emisión de GEI seguirán siendo coherentes con lo que ya está previsto en el Acuerdo de París.

Para detener el calentamiento global, el Acuerdo de París espera que los países pongan en práctica planes de reducción de las emisiones que reflejen su mayor "ambición posible". Aunque los gobiernos no estén cumpliendo ese objetivo, superar los 1,5 °C no modifica sus responsabilidades; de hecho, cumplir estos compromisos será más importante cuanto más aumenten las temperaturas. La única manera de mejorar nuestras opciones de mantener un nivel de calentamiento cercano a los 1,5 °C es comprometernos a poner en práctica mayores reducciones de las emisiones en menos tiempo y cumplirlas cada año hasta 2035.

Aunque no podamos evitar un calentamiento superior a 1,5 ºC, este límite sigue siendo importante. Cada fracción de grado cuenta, por lo que la lucha contra el calentamiento global debe centrarse en limitar el excedente superior a los 1,5 °C y en volver a niveles seguros lo antes posible. En particular, el objetivo que estipula el Acuerdo de París para alcanzar la emisión neta nula mundial de GEI puede ayudar a revertir una parte del calentamiento excedente. Para seguir teniendo un planeta seguro, habitable y justo, debemos mantenernos enfocados al límite de 1,5 °C y asegurarnos de que siga siendo nuestra máxima prioridad.

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