Golpe de estado por la vía electoral. La aportación del inefable Milei a finales de año tiene el valor de representar y culminar las desventuras políticas del 2023. Justo llegado al poder, con un decreto ley de emergencias públicas (664 artículos), el presidente del pueblo pone en evidencia sus intenciones: se otorga amplias facultades del poder legislativo y una capacidad de imponer sanciones a quienes protesten o desobedecen que deja en ridículo al poder judicial. Y al parecer no hay indicios, de momento, de que parlamentarios o jueces defiendan sus instituciones.
Si nadie lo impide, Milei se pondrá la república por sombrero y con toda impunidad cambiará la cara al régimen siguiendo la doctrina del autoritarismo postdemocrático: todo el poder en el ejecutivo, reestructuración de la cámara de diputados, reducida al rol de comparsa del presidente, represión de la disidencia (toda reunión de tres o más personas puede ser considerada una manifestación a prohibir), y todo ello habiendo declarado el estado de emergencia pública. Más claro, agua. Deberíamos agradecerle a Milei haber generado una imagen tan expresiva para el resumen del año, una advertencia que debería ponernos en guardia a todos mirando al futuro. Milei, sin complejos, enseña a los líderes de la derecha desbocada hasta dónde se puede llegar.
Todo esto en un año en el que el electorado español reaccionó in extremis contra la incorporación de España a la dinámica autoritaria que crece en Europa. El PP, en un ataque de ansiedad, enseñó las cartas demasiado pronto, dando poder a Vox en ayuntamientos y autonomías. La gente dijo "por ahí no" y Feijóo se quedó con un palmo de narices. Y Sánchez, la necesidad hace virtud, ha dado pasos que no estaban previstos para integrar la diversidad. Con la amnistía de camino, ahora ha subido el diapasón con el acuerdo con Bildu en el Ayuntamiento de Pamplona. Y el PP no tiene otra respuesta que la bronca. Denunciando “el pacto del encapuchado”, Feijóo proclama que el suyo es el “único partido de Estado”. ¿Será por su pacto de hermandad con la extrema derecha?
El hecho es que Pedro Sánchez se apoya sobre una mayoría de amplia diversidad ideológica. ¿Hasta dónde llegará la resistencia de una gobernanza construida sobre un trasfondo de muchas voces? Es una incógnita mayor de 2024. Al día siguiente de la amnistía se pondrá a prueba la estrategia pacificadora de Sánchez, que la derecha contempla atrincherada en el resentimiento. Y de rebote, veremos si ese país sigue resistiendo a la deriva autoritaria de la derecha europea.