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El presidente argentino Javier Milei, el expresidente de la Cámara Kevin McCarthy y la primera ministra de Italia Giorgia Meloni llegan a la toma de posesión de Trump.
04/02/2025
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El segundo paso para normalizar las derechas extremas, los discursos iliberales, el neofascismo (en España, el neofranquismo) y los múltiples nombres y formas bajo los que se presenta la nueva ola autoritaria es empezar a alabar la eficacia de sus propuestas y de sus medidas. El paso primero era homologar a los partidos que defienden sus posturas en el resto de formaciones presentes en los Parlamentos, un trabajo que en buena parte ya se ha hecho y que se sigue completando a buen ritmo, desde medios de comunicación y redes sociales. Ejemplos: China sí que ha sabido gestionar la pandemia, oíamos a menudo durante los días del coronavirus. Ayuso quizá sea como es, pero mantuvo en vida la hostelería madrileña, también durante la pandemia, y con ella los ingresos de muchas familias.

Meloni también es como es, pero defiende los intereses italianos, arguyen ahora muchos. Su plan para la inmigración ilegal (detener a los inmigrantes y encerrarlos en centros de reclusión en Albania) ha sido aplaudido por varios líderes, y Ursula von der Leyen encontró que sería interesante aplicarlo al conjunto de la Unión Europea. La misma UE, y la propia presidenta Von der Leyen, presentaron la semana pasada un plan titulado Europa primero que no es exactamente una respuesta, sino un ejercicio de seguidismo del proteccionismo ultraliberal de Trump: una manera, en el fondo, de darle la razón. La mano derecha de Trump, el magnate Elon Musk, ha introducido en el debate público global el tráfico del eslogan MAGA en su variante MEGA (es decir, de "Make America great again" a "Make Europe great again") con la facilidad con que un cuchillo de Texas atraviesa un cuenco de mantequilla suiza. En Alemania, la CDU flirtea a la antigua (es decir, unos días no y otros sí) con los neonazis de AfD, que han estado bendecidos urbi et orbi por el propio Musk desde la red social X (en su momento nos preguntábamos por qué Musk había querido comprar Twitter, muchos pensaron que era un capricho de billonario: ahora sabemos que era para reforzar y difundir un nuevo orden mundial). En los foros de mayor influencia, como el de Davos, muchos escuchan impávidos las sartas de chorradas que salen por la boca de Milei: es que ha reducido la deuda argentina, rumian, en algo debe acertarla. Trump también acierta forzando un alto el fuego en Gaza (a cambio de "limpiarla" de palestinos), o espoleando a Europa para intervenir militarmente en Ucrania. La presidenta del Banco Europeo de Inversiones Nadia Calviño se resiste a rearmar y reforzar la industria armamentística e insiste en invertir en economía sostenible: es retopada por la mayoría de líderes europeos, incluido Pedro Sánchez. Es que lo que defiende Calviño (poco sospechosa de radicalismo) no es "eficaz".

Más cerca, más pequeño: Albiol aprovecha las noticias de crónica negra para reclamar demagógicamente endurecimientos del Código Penal. Es un paradigma de la antipolítica fachoide, pero gana elecciones en Badalona, ​​por lo que en algo debe acertarla. El tercer paso después de aplaudir populismos, de abrazar autoritarismos, es aún peor.

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