Se acabó el 'greenwashing' empresarial

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El verdadero coste de la contaminación atmosférica

Después de un verano que se ha hecho eterno, y de una sequía obstinada que modifica los paisajes, es un buen momento para reflexionar sobre qué se está haciendo para detener el cambio climático y tratar de preservar el planeta.

Un grupo de trabajo de Naciones Unidas ha analizado cientos de compromisos de consecución de cero emisiones publicados por empresas, ciudades y regiones para llegar a la triste conclusión de que menos de un 1% de estos planes de transición son viables. En cierto modo es comprensible: afirmar que en 2040 o 2050 se será neutro en emisiones es fácil cuando, probablemente, el equipo de personas que ha lanzado la afirmación ya no tendrá las mismas responsabilidades. Sin embargo, dadas las enormes consecuencias que puede tener no cumplir estos compromisos, cada vez se hace más evidente que es necesario garantizar que la sociedad tenga derecho a una información creíble. En el informe de Naciones Unidas, titulado La integridad importa, se hace un llamamiento a poner líneas rojas al greenwashing. Es decir, al blanqueo de actividades o productos que se etiquetan como ecológicos, sostenibles o verdes cuando en realidad no lo son.

En este sentido, uno de los cambios más ambiciosos deriva de la aprobación de la directiva europea sobre informes de sostenibilidad corporativa, que España está obligado a trasponer en los próximos meses. Su entrada en vigor afectará a grandes empresas y, de rebote, a sus proveedores, con la subsiguiente expansión ya prevista hacia otras de menor dimensión y también al sector público. Esta directiva equiparará la información financiera –las cuentas– con la información no financiera –que a veces, de manera irónica, se llama los cuentos, es decir, información que se puede presentar de forma creativa, destacando lo más favorable y disimulando lo que no lo es tanto.

Cuando esta normativa entre en vigor, por primera vez la información no financiera quedará del todo pautada: el proceso, el formato y el contenido. Habrá que informar de temas medioambientales, pero también sociales y de gobernanza. Por tanto, los informes serán fácilmente comparables de un año al siguiente, y también entre empresas del mismo sector. Es más, la información tendrá que ser verificada externamente por un experto acreditado. Y, por si fuera poco, también se prevé que los Estados puedan imponer sanciones en caso de incumplimiento. La directiva hará que, por fin, los cuentos se equiparen con las cuentas.

Con todo ello, lo que tradicionalmente se había considerado un aspecto periférico no solo se va poniendo en el centro de la estrategia de negocio sino que genera una nueva área empresarial que es completamente transversal a la organización y que da pie al nacimiento de una serie de profesiones que tienen trabajo garantizado durante décadas, porque a ser sostenibles podemos ir acercándonos, pero nunca lo seremos del todo. Responsables de sostenibilidad, consultores externos y verificadores independientes de la información aportada..., por no hablar de toda la innovación en inversiones que habrá que llevar a cabo para alcanzar estas transiciones, añadiendo también la capacidad de internacionalización que tendrán estas innovaciones y el talento profesional que requerirán. En Europa, que ha perdido relevancia en aspectos muy importantes, somos líderes en el mundo en temas de gestión de la sostenibilidad. No perdamos ese liderazgo.

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