Leemos en el ARA que ERC ha anunciado finalmente un acuerdo con el PSC para investir a Salvador Illa a cambio de un "concierto económico solidario"; es decir, el compromiso para que sea Cataluña “quien recaude todos los impuestos y después transfiera al Estado una parte por los servicios prestados por la administración del Estado y otra en concepto de solidaridad interterritorial”.
Como, por ejemplo, un jubilado, en Barcelona, no puede hacer las mismas cosas con la misma pensión que un jubilado en Lugo, porque Barcelona es mucho más cara, la solidaridad interterritorial debería auditarse bien. Y es muy simbólico, pues –en las economías familiares ocurre lo mismo– que quien aporta haga el ingreso a quien recibe. Mucho mejor esto que lo que recibe coja lo que necesite de la caja. Como en las economías domésticas, es un principio de realidad saber las balanzas en ambos sentidos, porque es la forma de corregir errores. En una familia, será normal que quienes ingresen paguen el gasto de la hipoteca y la comida. Quienes no aportan –por ejemplo a los menores– quizá tengan derecho a una remuneración, pactada de la forma necesaria. Otros miembros que no aporten dinero –pienso, por ejemplo, en ancianos o alguien que se encargue de la intendencia– podrán, según pacto, recibir también un dinero que ayude a su independencia. Y en este sentido es mucho mejor, claro, que lo que aporta tenga un dinero para ir a comprarse un traje, que le digan: “Te compro un traje”. ¿Verdad?
Todo el mundo tiene derecho a gastar en manicura o libros a cambio de, tal vez, arroz hervido toda la semana. Pero por eso debe ser el dueño de la caja. El administrador. Lo que recibe, por desgracia, debe rendir cuentas, porque si no aporta –y es así de llevar– no es tampoco dueño de sus caprichos. Siempre es deseable que todo el mundo, todo el mundo sea autosuficiente. Si no es así, lo que aporta pedirá, al menos, buen rollo. Que nada se dé por supuesto.