El agua: un reto ambiental urgente

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Un campo de maíz sufriendo los efectos de la sequía

El agua es vida. Y es, cada vez más, un bien escaso. Lo es en buena parte del planeta Tierra y también aquí. A pesar de que Catalunya es un país bastante montañoso, no vamos sobrados de agua dulce. Excepto el Ebro, tenemos ríos poco caudalosos. Por eso tradicionalmente hemos tenido muchos cultivos de secano. Actualmente tenemos, además, la población distribuida de tal manera que el 92% está abastecida por agua de las cuencas internas (ríos que van a parar directamente al Mediterráneo), cuencas que tienen una capacidad de almacenamiento cinco veces inferior a la cuenca del Ebro.

En 2008 Catalunya estuvo a punto de sufrir un episodio gravísimo de restricciones, que finalmente se evitó por los pelos, y a partir del cual se hicieron proyectos de mejora, en especial la desalinizadora del Prat (y la ampliación de la de la Tordera). Sin ellas, hoy, después de casi dos meses de sequía, los pantanos estarían muy por debajo del 40% de capacidad que tienen ahora, y que ya es preocupante. Aquel fue un toque de atención, con un final repentino un punto cómico: un conseller de tradición comunista rezando a la Virgen María de Montserrat que lloviera. ¡Y llovió justo a tiempo! Después se hicieron los deberes, evitando trasvases poco deseables. Ahora, sin embargo, estamos sufriendo otro momento delicado, quizás no tan grave como entonces, pero que no podemos negligir. Porque la realidad es que los problemas y las alertas se acumulan.

Aparte de la excesiva dependencia de las cuencas internas, los principales cuellos de botella son los siguientes: los efectos del cambio climático están trayendo cada vez más periodos largos de sequía y de altas temperaturas; los cultivos con riego (incluidos algunos que antes eran de secano, como la viña y el olivo) siguen expandiéndose; muchos terrenos de secano abandonados se convierten en bosque, con demasiado forestal que retiene mucha agua que no va a parar a ríos y acuíferos; después de unos años de reducción del consumo de agua por habitante, se ha producido un repunte al alza, y, finalmente, a pesar de que sea cuantitativamente menos relevante de lo que podría parecer, está el fenómeno turístico, que en especial en verano supone un escreix de demanda cuando menos agua disponible hay.

Ante esta acumulación de disfunciones, hace falta una política integral del agua con visión de futuro, que pasa también por varios factores. La conciencia ciudadana es imprescindible y hay que incentivarla, pero con un consumo responsable no habrá suficiente. La vía de la regeneración y reutilización de agua es el futuro, y aquí hay mucho trabajo a hacer: la misma agua puede y tiene que tener más de un uso. Por otro lado, actualmente hay pérdidas excesivas en las conducciones, otro ámbito donde se tienen que invertir recursos y tecnología. Dado que queremos evitar el despoblamiento rural y garantizar productos de kilómetro cero, tendremos que seguir creciendo en regadío, pero hará falta una clara mejora de los sistemas de riego para hacerlos más eficientes y este es un elemento clave, puesto que el grueso del consumo de agua se da en el campo. Evitar que crezca la masa forestal también tiene que ser un objetivo. Se trata, pues, en conjunto, de garantizar el agua en el grifo sin empobrecer los ríos ni secar los acuíferos. Es uno de los grandes retos ambientales de este siglo para Catalunya y el mundo.

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