Ahora que tenemos un nuevo gobierno

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Salvador Illa y los nuevos consejeros

Escribo este artículo después de haber seguido con interés el proceso de nacimiento del nuevo gobierno catalán presidido por Salvador Illa. No quiero calificarlo con ningún adjetivo –ya lo he visto calificado de demasiadas formas distintas según las orientaciones políticas de quienes lo están comentando–. Pero sí entiendo que podría suponer el inicio de una nueva etapa en la política catalana, tanto en lo interno como en las relaciones con el Estado y con la UE. Antes de expresar mis esperanzas, quiero introducir algunas ideas sobre la naturaleza y las características de los gobiernos.

1. Hacer política o gobernar. Está claro que participar activamente en política supone dos tipos de actuaciones muy diferentes, ligadas entre sí pero claramente diversas. Por un lado, significa gestionar continuamente la realidad social para resolver los problemas diarios a fin de mejorar el bienestar de las personas. Y por otro, proponer y prometer actuaciones de futuro de forma tal que se orienten a partir de unos valores ideológicos basados ​​en conocimientos, creencias y, muy a menudo, intereses distintos. Los Parlamentos y las demás cámaras de carácter legislativo son los lugares en los que se enfrentan y se deciden estos valores, mientras que los gobiernos de todos los niveles ejecutivos son los responsables de la gestión continua de los problemas reales.

Una consecuencia importante de esta realidad es que en las oportunidades electorales de participación democrática es necesario que los ciudadanos sepamos combinar las dos dimensiones y tener en cuenta no sólo las ideologías que representan a los candidatos, sino también sus actitudes de trabajo, la experiencia, y su capacidad de gestión. A la hora de practicar el derecho democrático de votar, no hay que dejar de tener en cuenta que se está eligiendo al mismo tiempo unas ideas y unas personas, y que, por tanto, la elección no es tan sencilla como puede parecer.

2. Ideología y gestión. Dejemos recordar una vez más tres ejemplos diferentes de cosas que, sin exagerar, hay que considerar a la hora de votar, ya la hora de valorar la actuación de un gobierno.

  • Todas las ideologías pretenden y aseguran que aplicando las medidas que proponen se puede conseguir el aumento del bienestar, pero no siempre definen qué entienden por bienestar, tanto personal como colectivo, ni cuáles son las consecuencias positivas o negativas para unos y otros de su aplicación. Un caso muy actual es el del crecimiento económico, que si va acompañado de un aumento de la desigualdad como el que está generando el neoliberalismo, es un engaño, porque sólo puede estar valorado considerando al mismo tiempo el PIB, el PIB per cápita y el índice de Gini. El bienestar depende de los tres y otros índices no económicos del mundo de la salud o de la formación. Se deben mirar en su conjunto.
  • Para intentar conseguir unos objetivos deseables de futuro no se pueden proponer medidas profundas sin explicar también cuáles pueden ser los inconvenientes a corto plazo y quiénes pueden afectar más. También es necesario calcular y mostrar cuál es la probabilidad de que estas medidas tengan éxito, en función de los recursos de que se dispone, con qué soportes se puede contar y qué oposiciones son previsibles. Y, sobre todo, no se puede dejar de tomar medidas necesarias y urgentes para poder dedicar más esfuerzos y recursos a los objetivos futuros, aceptables pero inseguros. Tenemos ejemplos recientes en nuestro país.
  • A la hora de realizar la valoración de las personas, además de las ideas que representan, creo que es fundamental conocer sus niveles de formación, pero aún más sus niveles de conocimiento de la gestión pública. Pienso que quizás todavía es tanto o más importante la experiencia en gestión privada, es decir en el conocimiento de la realidad social con la que tendrán que enfrentarse. Los títulos universitarios pueden ser importantes, pero lo es aún más la experiencia previa y la capacidad de trabajo y de gestión de equipos. La fidelidad personal es muy importante, pero no debe ser el motivo principal.

3. Perspectivas de futuro. Ya he dicho que no quiero hacer ningún comentario concreto con respecto al nuevo gobierno. Sólo querría expresar que sus características, sus distintos soportes, y los objetivos prometidos, combinados con las previsibles actitudes actuales del gobierno del Estado, permiten que entremos en una etapa que puede significar un avance en el proceso de mejora y consolidación de nuestro país, junto al resto de España y de la Unión Europea. Lo deseo y espero así. Lo necesitamos.

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