El alcalde García Albiol: el gigante del pino

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Xavier Garcia Albiol en julio del pasado año.

Hablamos, estos días, de la baluerna que el alcalde García Albiol plantará en la ciudad de Badalona, ​​y que representa un árbol de Navidad. Prometió que la tendrá más larga que la de otro alcalde, el de Vigo, en Galicia, que fue el pionero en eso del tamaño del cilindro navideño. Con esta demostración lumínica, no exenta del horterismo que le corresponde, el inquieto alcalde pretende incentivar el comercio. Ya lo dice el dicho: “Only difference between men and boys es el número de sus toys”. Qué traducido vendría a ser: “La única diferencia entre los niños pequeños y los hombres de pie es el precio de sus juguetes”. Diría que el hombre, por méritos propios, se ha ganado el apodo del Gigante del Pi.

Dice que las luces son “led” y, por tanto, no se gastará todo el presupuesto en la electricidad. Hace bien. En la cueva que da origen a la festividad, al sufrir pobreza energética, se calentaron con un buey y una mula. El espíritu navideño —para quienes lo tengan— es el de compartir, no el de melocotón. Me gustan las luces de Navidad si son cálidas y discretas, no si parecen los focos de una cárcel. Me parece muy bien, por ejemplo, que las ciudades iluminen sus monumentos (la Sagrada Familia, la Torre Eiffel...). Pero hacer llevar una estructura que “represente” un abeto me parece que no tiene sentido, salvo por eso que decíamos de la “larga”.

No se ha hablado, sin embargo, del presupuesto en seguridad. Un baluerno como el que pretende colocar debe montarse con toda la seguridad para que no se caiga. Es necesario que haya personal vigilándola, para que no haya actos vandálicos y para que esté, en todo momento, segura. Y supongo que, para mantenerla de pie, es necesario un seguro a todo riesgo. Hay que prever, supongo, que puede caer y hacer daño a alguien.

Cada uno se gasta el dinero en lo que considera correcto, claro. Pero, en cualquier caso, estaría bien saber cuál es el precio total de la excentricidad. La construcción, transporte, montaje, alquiler, vigilantes y seguro. Es decir: entiendo que el alcalde ha pagado lo que sea por garantizar que el árbol es del todo seguro. Y que tranquilo, como su homólogo, podrá bailar por el camino.

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