Alemania da un respiro al euro

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Fàbrica de Volkswagen a Wolfsburg (Alemania)

BarcelonaLa economía se mueve por expectativas, y en un momento de máxima incertidumbre como el actual cualquier señal sirve para escrutar lo que nos ofrece el futuro. En este contexto, este jueves han llegado buenas noticias provenientes de Alemania, el motor económico europeo y el país al que todo el mundo mira para saber qué pasará en otoño. Pues bien, ante la previsión de que Alemania entraría en una fase de estancamiento económico, los datos del PIB del segundo trimestre indican que continuó creciendo, poco, pero creciendo. En concreto, un 0,1% respecto al primer trimestre. Esta décima es más importante de lo que parece porque fija el crecimiento interanual en un nada despreciable 1,8% del PIB, hasta el punto que Alemania ya supera los niveles prepandemia.

El impacto de estas cifras hechas públicas por la Oficina Federal de Estadística ha sido inmediato y ha ayudado a situar la cotización del euro otra vez por encima de la del dólar, parando así una tendencia que parecía imparable. La letra pequeña de las estadísticas alemanas también es interesante, porque se demuestra que tanto el consumo interno, que depende mucho del estado de ánimo general, como las exportaciones han continuado tirando del carro a pesar de la subida de los precios de la energía y el cierre del mercado ruso. La conclusión es que, incluso en un país directamente amenazado por un cierre del grifo del gas por parte de Putin, los ciudadanos han continuado gastando y las empresas no han parado su actividad. No en vano hay 600.000 personas más trabajando que hace un año.

Estas buenas noticias no quieren decir que no tengan razón los que prevén un otoño y un invierno muy complicados en Europa, como por ejemplo el presidente francés, Emmanuel Macron, pero sí que tienen que servir para matizar al menos un pesimismo excesivo que puede funcionar como una profecía autocumplida: a fuerza de repetir que las cosas irán muy mal, se frena el consumo y, como consecuencia, se provoca la crisis. La única realidad es que nadie sabe, a estas alturas, qué pasará con exactitud en otoño-invierno: hay demasiadas incógnitas por resolver, desde cuál será el desarrollo de la guerra en Ucrania hasta qué impacto tendrá la subida de tipos en la inflación, pasando, por ejemplo, por sí será un invierno muy frío o no. Lo que está claro es que Alemania es el país clave para la UE: si su economía cae, arrastrará a todo el resto.

En este escenario, todo lo que sea evitar la recesión será una buena noticia para Europa y una mala para Putin, que cuenta con desestabilizar los diferentes gobiernos provocando una elevada inflación. Uno de los primeros gobiernos europeos que podría pasar a ser pro Putin es el de Italia, que celebra elecciones el 25 de septiembre con la ultraderechista Giorgia Meloni como favorita para ser la primera ministra. Precisamente, Italia es el eslabón débil de la economía europea, con una deuda y una prima de riesgo disparados. Esta es, pues, una partida con muchos actores y variables diferentes, y en la que el optimismo o el pesimismo general también juegan un papel básico.

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