La ampliación de El Prat y la pesadilla de la Catalunya de los 10 millones

Demografía
08/08/2025
3 min

No teníamos los servicios públicos y las infraestructuras suficientemente estresadas con la Catalunya de los 8 millones y de la masificación turística que el Gobierno de la Generalitat comparece en el Parlament para hacernos saber que debemos prepararnos para ser 10 millones. Que lo dicen los estudios demográficos. Parece que el ejecutivo catalán no considera alternativa: lo dicen los estudios demográficos, y punto. Como si fueran los estudios demográficos, y no las políticas públicas, las que decidieran a la población de un país.

Algunos todavía recordamos cuando éramos 6 millones. Aún hoy, seguramente la mejor campaña publicitaria de la Generalitat restaurada. Era 1987. Trece años después, en 2000, seguíamos siendo 6 millones, concretamente 6.147.547. En los trece años que van de 1987 a 2000, pues, crecimos sólo en 150.000 habitantes. Y en los trece años siguientes, de 2000 a 2013, atención, crecimos en 1.300.000. ¿Cayeron del cielo? ¿De un estudio demográfico? No, la política tomó decisiones muy concretas y Cataluña se convirtió en demandante intensivo de mano de obra barata vinculada al turismo y la construcción. En 2003 Cataluña ofrecía 494.756 plazas turísticas (camas). Hoy, ofrece más del doble, 1.217.497. Son datos oficiales. Licencias otorgadas por las administraciones públicas en función de leyes aprobadas por el Parlamento.

La población de un país es la consecuencia directa de su modelo productivo y formativo. Por acción y por omisión, es la política quien ha construido esta Cataluña de 8 millones, salarios bajos, turistificación, vivienda inasequible y retroceso lingüístico. Ahora, los mismos que nos han llevado hasta aquí nos dicen que nos preparamos, que esto es sólo el principio, porque vamos hacia los 10 millones. Teniendo en cuenta que los catalanes no tenemos hijos (1,08 hijos por mujer), no hace falta ser muy espabilado para entender cómo se hará para saltar de los 8 a los 10 millones de habitantes: seguir atrayendo de forma intensiva mano de obra barata de fuera del país, es decir, persistiendo en el modelo productivo actual. Como dicen Guillem Surroca y Jordi Cases, los militantes de la CUP de las comarcas gerundenses que han revolucionado las redes con sus vídeos de denuncia, "alguien ha decidido que debemos ser el balneario de Europa". Y, parafraseando a Aznar, deberemos decir que ese alguien no está ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas. Se encuentra en Via Laietana (Foment del Treball) y en el Parque de la Ciutadella (PSC y Junts).

Es la misma alianza de hierro que ahora promueve la ampliación del aeropuerto de El Prat, una obra ciertamente bien necesaria si se quiere acabar de destruir la cohesión social. El discurso oficial suena bien: si Catalunya quiere ser competitiva en el mundo globalizado, necesita más conexión aérea directa con el sudeste asiático –aquí el buen tertuliano es importante que añada: "la región económicamente más dinámica del planeta"–, y eso pide mayores aviones que necesitan una pista más larga para despegar y aterrizar. ¿Quién puede oponerse a un país más competitivo? El problema es que el proyecto de ampliación de Aena no va de eso. El discurso del sudeste asiático es solo una narrativa pública que hace mejor pasar una operación pura y dura de ampliación de capacidad de El Prat, de los 55 millones de pasajeros actuales hasta los 70 millones, con el añadido de una multimillonaria operación urbanística en torno al aeropuerto.

¿Y quiénes serán, esos 15 millones de pasajeros más que Aena –compañía cotizada en Bolsa que se debe a sus inversores– estará obligada a llevar sí o sí a El Prat para hacer rentable la inversión de 3.200 millones? ¿Altos ejecutivos en misión profesional? ¿Quién cree esto? No, no existen ejecutivos para tanta capacidad y los autores del discurso lo saben. Lo que sí existen son turistas, millones de turistas que necesitarán hoteles y apartamentos, mujeres de hacer trabajos que les hagan las camas, camareros que les sirvan de cualquier manera, dependientes temporeros de heladerías y tiendas de carcasas de móviles, conductores de VTC falsos autónomos y jóvenes precarizados que les rasguen el ticket para subir al Tu. El sistema está entrenado para hacer esto, y esto es lo que va a hacer. El mismo círculo vicioso que nos ha llevado de los 6 a los 8 millones, corregido y aumentado para llegar a los 10 millones, a mayor gloria de una minoría que ya se frota las manos. Si por el camino nos cargamos definitivamente la cohesión social, charlamos del todo los servicios públicos y acabamos de expulsar al catalán de Barcelona, habrá sido bien porque habremos querido. En esto el problema no es Madrido, es Via Laietana y el Parque de la Ciutadella.

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