El análisis de Antoni Bassas: 'España: del Tribunal de Cuentas a la fábrica de baterías'

Un estado propio disfraza su proyecto político de razón de estado. Y no tiene que rendir cuentas a nadie. Una autonomía va por el mundo con un proyecto político de estado propio y resulta que puede ser delito. ¿Queda claro para qué sirve un estado propio, incluso en este tiempo de globalización y bla-bla-bla?

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Primero dijeron que en ausencia de violencia se podía hablar de todo. Ahora dicen que lo que no se puede hacer es romper el estado de derecho, pero que la independencia es un proyecto político tan legítimo como cualquier otro y, por lo tanto, se puede defender porque por eso estamos en una democracia plena. 

Sin embargo, no es verdad.

El Tribunal de Cuentas ha identificado un total de 45 viajes del gobierno de la Generalitat en el extranjero, entre 2011 y 2017. Como entre la Fiscalía y el Tribunal de Cuentas consideran que esto, más que promoción exterior de Catalunya, era para ir a defender la causa de la independencia de Catalunya al exterior, ahora se investiga a varios altos cargos, empezando por el conseller Raül Romeva, por delitos de prevaricación, malversación de fondos públicos y falsedad por documentación oficial. Creen que pueden ser delitos porque tienen que ver con una supuesta extralimitación de las competencias de la Generalitat y con fraccionamiento de contratos. 

O sea que tú no puedes ir al exterior a defender la idea de la independencia con dinero público, aunque tengas la mayoría política, porque alguien puede decir: “Hombre, es que no todo el mundo en Catalunya la quiere”. En cambio, el gobierno español puede ofrecer aviones de combate del ejército del aire a las repúblicas bálticas para defenderse de Rusia, a cambio de que no apoyen la independencia de Catalunya con dinero que pagamos entre todos (el ministro García-Margallo ha explicado sin problemas cómo los estados se intercambian favores de este tipo), y no le pasa nada. ¿Queda clara la asimetría? Un estado disfraza su propio proyecto político de razón de estado. Y no tiene que rendirle cuentas a nadie. Una autonomía va por el mundo con un proyecto político de estado propio y resulta que puede ser delito. ¿Queda claro para qué sirve un estado propio, incluso en este tiempo de globalización y bla-bla-bla?

Otro ejemplo. Hace una semana vino a este plató el conseller de empresa, Ramon Tremosa. Le preguntamos por aquello que había declarado aquí, también, el secretario general de CCOO en Catalunya, Javier Pacheco, de que la fábrica de baterías se iría a Aragón, entre otras razones, porque el gobierno de la Generalitat no se había implicado. Respuesta:  

— Algunas de estas grandes empresas globales nos han dicho que o vienen a Catalunya o no vendrán al estado español. Si nosotros fuéramos un estado, habríamos podido ir a fondo europeos, etcétera, etcétera. Estas empresas ya habrían aterrizado en Catalunya.

¿Pero esta que tiene que venir irá a Aragón?

— Yo no lo sé. Hay, en plural, empresas globales que han elegido Catalunya y que al ministerio les dicen: "Miren, ya veremos qué hacemos".

Entonces se lo pregunto como lo dijo Javier Pachecho, él dijo que era pesimista. ¿Usted es optimista?

— Yo soy muy optimista en cuanto al futuro de la economía catalana, siempre que el estado español permita que en Catalunya los mecanismos de mercado funcionen mínimamente.

Y añadió: "Hay plantas de baterías en ocho países europeos, pero en España no hay ninguna”.

Miren, en Catalunya, a veces no sabemos más y no podemos hacer responsables a los otros de todo lo que no va bien. Pero que jugamos las partidas más importantes con una mano atada en la espalda, también.

Nuestro reconocimiento por los que trabajan en primera línea del covid-19, un recuerdo para los que sufren, por los presos políticos, por los exiliados, y que tengamos un buen día.

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