Arranca la legislatura de verdad

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La ministra de Trabajo Yolanda Díaz.

Escribí aquí hace unos meses que, una vez se produjera la investidura, se volverían a repartir las cartas y arrancaría la legislatura de verdad. Las votaciones de esta semana, en un Congreso reunido en el Senado, han puesto a todos los actores frente a una realidad de una legislatura que se parece a la anterior menos de lo que algunos creían.

Las votaciones para la investidura de Pedro Sánchez y para la admisión a trámite de la Ley de Amnistía quizá significaron para algunos observadores la confirmación de un bloque parlamentario llamado a asegurar la comodidad del Gobierno. Para los partidos de izquierdas era imposible no votar a favor de la investidura de Sánchez; algo que desgastó notablemente a ERC, que no jugaba con las mismas cartas que la derecha independentista. Durante meses sólo se habló de amnistía en España, pero, una vez aprobada, la amnistía solo va a suponer la normalización política de actores represaliados. Ello tiene una enorme importancia pero está lejos de definir las claves de la legislatura.

El Gobierno quizá ha aprendido esta semana que comodidad y estabilidad no son lo mismo; puede ganarse su estabilidad pero difícilmente va a estar cómodo. Era evidente que la expulsión de Podemos del Consejo de Ministros y su salida al Grupo Mixto tendría consecuencias (los morados negociarían por su cuenta y, como cualquier partido, pondrían sobre la mesa sus propias exigencias) y en el PSOE ya se han dado cuenta de la escasa capacidad negociadora de Yolanda Díaz cuando se trata de Podemos. Hoy mismo, la adjunta al director de eldiario.es, Esther Palomera, quizá la periodista con mejores fuentes en el PSOE, señalaba el enfado de Ferraz y citaba entrecomillándolo lo que le ha dicho un ministro del PSOE: “La animadversión de Yolanda Díaz hacia Podemos ha hecho que los parados sean los más damnificados”. Ya ven que el tema ahora son los parados (o las competencias sobre migraciones) pero no la amnistía.

A este conjunto de obviedades de la política que algunos han parecido ignorar hasta esta semana, hay que añadir la transformación de la aritmética parlamentaria respecto a la legislatura anterior. El Gobierno PSOE-Sumar ya no puede negociar como lo hacía el gobierno PSOE-Unidas Podemos. En la legislatura anterior, PP y VOX sumaban 147 escaños y Ciudadanos contaba con 10. Ahora el PP y VOX tienen 170 y ya no hay “geometría variable” posible. En la legislatura anterior, el PSOE llevaba al Consejo de Ministros Reales Decretos-ley “ómnibus” sin negociar con los socios su contenido y, a partir de ahí, se jugaba a varias barajas. La preferida por el PSOE y también por la ministra de Trabajo en su reforma laboral era apoyarse en el PNV, Ciudadanos y, eventualmente, UPN. La preferida por Podemos era apoyarse en ERC y Bildu. Las dos vías posibles servían para ejercer presión sobre los socios y permitía a Podemos compensar la tendencia natural del PSOE a apoyarse en la derecha. Hoy, como se ha visto esta semana, eso no es posible.

Es indudable que esta semana todo el protagonismo político se lo han llevado Junts y Podemos pero es ingenuo pensar que fuerzas como Bildu, ERC o el BNG vayan a mostrar muchas más veces lo que hemos visto esta semana. Si la pasada legislatura fueron ERC y Bildu las fuerzas que se permitieron hacer las críticas de izquierdas a la reforma laboral de Yolanda Díaz (recordemos que aprobada, no porque la vicepresidenta lograra negociar los votos suficientes, sino por el error de un diputado del PP), esta semana Podemos se ha quedado solo defendiendo a los parados mayores de 52 años. No creo que la izquierda abertzale le vuelva a permitir a Oskar Matute repetir el papel que hizo esa semana llamando a asumir un recorte como mal menor, del mismo modo que a ERC le conviene más un Rufián con las uñas afiladas en la defensa de los derechos sociales que el felino con guantes de esta semana. Ahora sí que ha empezado la legislatura.

PS: Auguro que el Gobierno rectificará el recorte contra los parados. Que tras una semana defendiendo que no había tal recorte, el periódico de PRISA haya acabado por reconocerlo, es el mejor indicio.  

Pablo Iglesias es doctor en ciencias políticas por la Universidad Complutense de Madrid, ex secretario general de Podemos y ex vicepresidente segundo del gobierno
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