Pedro Sánchez en el Congreso el 18 de junio.
21/06/2025
2 min

Sánchez no pierde patada. Saltó a la primera oportunidad que tuvo: no a las exigencias de Estados Unidos de aumentar el gasto militar hasta un 5% del PIB. Un mensaje del gusto de buena parte de su electorado, que le da algo de color a su perfil tocado y confirma que por ahora su agenda no incluye la posibilidad del paso atrás. Son días de mucho ruido y poco aseo. Y el PP sólo hace ruido, incapaz de afrontar esta crisis con iniciativas concretas que marquen perfil: se limita a hacer girar la noria al ritmo del "capo Sánchez".

El caso Santos Cerdán no es un hecho nada menor. Es la irrupción de un trabajo de corrupción sistemática por parte de un grupo organizado que había conseguido instalarse en el corazón del poder ejecutivo: justo al lado del presidente del gobierno. su manera de estar en el mundo, la verdad es que se ha creado un clima más de impasse que de ruptura. Que se traduce, en la opinión general, en una suerte de frustración. una excusa que lo que manda no puede permitirse. Y la oposición queda a la espera de que caiga solo y con el mínimo esfuerzo por su parte. Poca cosa: ni una señal que pueda dar la confianza de que ellos operarían de otra manera. resultado es un peculiar standby: como si todo el mundo esperara alguna nueva revelación que acelerara las cosas y diera el trabajo por hecho. En ese contexto es Sánchez el que encuentra todavía una oportunidad para jugar sus cartas. El no a las exigencias de Trump en su camino hacia la guerra le permite demostrar que sigue vivo en un tema muy sensible para buena parte de su potencial electorado. Una forma de decir "todavía estoy aquí". En un momento en el que se había decretado un compás de espera por si cae una filtración decisiva.

¿Qué pasará? La sensación es que la ciudadanía está al acecho. Que la derecha no da confianza suficiente para acelerar las cosas. Que Sánchez se tambalea y que la opinión pública está expectante. Todo ello genera una sensación de cierto vértigo: ¿quién manda aquí? ¿Sánchez pretende tirar hasta el 2027 porque no tiene nada que esconder, o mantiene el tipo que ver hasta dónde llega la dilación de la bomba? Mientras, en el otro lado no saben cómo aprovechar la vía de agua y esperan que se haga mayor sola. Lo que será, será. La dejadez de unos y otros es un regalo para la extrema derecha.

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