plaza cataluña
29/12/2024
3 min

Se cogen las cuatro calles de la plaza Catalunya y se cortan al tráfico. Los coches pueden llegar al parking en lo alto de la Rambla y salir por la boca del paseo de Gràcia, pero el resto queda reservado para peatones. Se crean unas mínimas aceras en torno a los establecimientos comerciales, restaurantes y hoteles, pero la carretera en sí queda cubierta por un exótico concepto en Barcelona como es el de zona ajardinada, o más concretamente, un parque. Se conservan evidentemente los elementos decorativos existentes como las fuentes, el monumento a Macià, la diosa de Clarà, el pastor de Gargallo, los limones y los monjes y los casanoves, los Hércules y los Emporiones y las navegaciones y, evidentemente , la gran redonda central con las palomas. Pero el resto pasa a ser lo más parecido posible a un bosque de hierba, árboles, flores y bancos que permitan ir desde el paseo de Gràcia a pie hasta la Rambla o hasta el Portal de l'Àngel sin encontrarse allí ni un solo coche. Y, además, sin cortar ningún tramo de ninguna arteria fundamental del centro de la ciudad.

Tiene mucho más sentido este concepto de zona peatonal que el corte de circulación (ilegal, innecesario y especulativo) hecho en Consell de Cent, como también tendría sentido una idea parecida a la plaza y el parque que rodean la Sagrada Família. Pero, en lo que se refiere a la plaza Catalunya, todavía hoy es una plaza que no es de paso para nada. Hacer un parque la transformaría en un lugar de verdadera apertura y le devolvería su función originaria: de hecho, hasta el derribo de las murallas era una explanada de donde salían los caminos hacia las poblaciones de los alrededores y era ideal para ubicar mercados al aire libre. Era, como todavía es, el corazón de la ciudad por mucho que Cerdà pretendiera trasplantarlo donde no ha estado nunca, en Glòries (la geometría nunca ha servido para localizar el alma). De hecho, el plan Rovira –alternativo en el Cerdà impuesto por Madrid–, sí preveía una gran plaza en este punto. Y lo acabó siendo, pero no muy grande, ni práctica, ni muy concurrida o exitosa. Durante un tiempo sí tuvo vida, cuando se ubicaron cafés y restaurantes (Maison Dorée, Colón, Suizo, Luna...), teatros (Buen Retiro, Circo Ecuestre Alegría) y barracas de feriantes, que es el tipo de actividad ciudadana que podría hoy recuperarse si la plaza se convirtiera en un parque central.

Porque lo que no tiene Barcelona son parques. Ni centrales, ni periféricos: tiene dos montañas que quedan lejos de todos (ojalá Montjuïc se hubiera convertido en una zona universitaria y no sólo museística) y un parque de la Ciutadella, que hoy da pena ver por el predominio de la arena y el cemento (y en todo caso unos pequeños recortes de hierba mal regada, y ocupados por tiendas de campaña, donde ya no se atreve a nadie hacer siestas ni picnics). Barcelona ha decidido no tener parques y, de esos que tiene, reducir su mantenimiento al mínimo coste por lo que en todas partes sólo abunda una arena sórdida y miserable y de vergüenza ajena. Turó Parc incluido, y eso que había sido el minúsculo reducto de imitación de jardín inglés en toda la ciudad. Cabe decir que tampoco hay fuentes encendidas, porque dicen que es necesario hacer pedagogía del ahorro de agua, y eso cuando las alertas y restricciones están levantadas y mientras en ciudades como Lleida, que debería ser la más estricta en éste tema, el agua de las fuentes brota hoy alegre y hermosa. Esto, evidentemente, utilizando el circuito de reciclaje de agua del que también dispone (pero apagado) el tacaño, deprimido, seco Barcelona. Visto todo esto, disponer de un parque central me parece una buena solución para la plaza y también para la ciudad. Todos los extranjeros que conozco se quejan de lo mismo: "¿dónde puedo ir a pasear en un parque en el centro de Barcelona?" Y mi respuesta es que... bueno... ei, pero ¿ha visto el mar?

Evidentemente, debería pensarse en los horarios de acceso para furgonetas de carga y descarga para los comercios, y garantizar el acceso al metro y al tren, y establecer bien las actividades lúdicas que se podrían desarrollar según el calendario (sin duda , por ejemplo, un majestático árbol de Navidad en el centro por estas fechas), y estar seguros de que es necesario cortar los cuatro sentidos o si conviene en todo caso dejar libre la circulación, por ejemplo, en Fontanella si el tráfico hacia Urquinaona realmente lo necesita. Todo se puede explorar, pero por favor: dejen de pensar en plazas duras y en supermanzanas. Miren las grandes plazas monumentales que tenemos. Todo lo que (supuestamente) buscaban es allí mismo.

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