Se buscan personas jóvenes con talento

Oposiciones
10/11/2025
2 min

En 2019 terminé un máster en economía en Londres. Poco antes de graduarme, representantes del gobierno británico visitaron la universidad para presentar su programa de acceso rápido al servicio civil (Fast Stream). Era una salida profesional atractiva para jóvenes economistas interesados en la política pública: un proceso de acceso muy competitivo, pero ágil y basado en competencias, con pruebas digitales, incorporación al año siguiente, salario de entrada y rotaciones entre ministerios mientras te formabas para desempeñar tareas de liderazgo y gestión pública.

Intentando encontrar una opción similar en España, el cuerpo de técnicos comerciales y economistas del Estado (TCEE) parecía lo más cercano. Pero el proceso era muy distinto. Constaba de cinco ejercicios –teóricos, orales y de idiomas– que exigían dominar cientos de temas y exponerlos de memoria ante un tribunal. La preparación podía alargarse cuatro o cinco años, con una probabilidad muy baja de terminar consiguiendo una plaza. Años sin ingresos y con elevados costes de preparación –a menudo en academias–. El coste de oportunidad era evidente: en el mismo tiempo podía acumular experiencia profesional remunerada, vivir en el extranjero o hacer un doctorado. No sorprenderá a nadie que decidiera no iniciar ninguna oposición en el TCEE.

Nuestro sistema de reclutamiento de personal al servicio de las administraciones públicas tiende a seleccionar perfiles muy concretos: personas con gran capacidad de memorización, especialmente de leyes y reglamentos, y procedentes de entornos familiares con recursos suficientes para mantenerlos durante un lustro. Para corregir esta rigidez, el gobierno español ha anunciado una reforma para los cuerpos superiores de la administración que sustituirá las oposiciones tradicionales por un máster público de dos años y un examen final. El objetivo es hacer el sistema más equitativo y competencial, de acuerdo con las recomendaciones de la OCDE.

La lástima es que entre las distintas alternativas para abrir la administración, España haya optado por la vía más cercana al modelo francés: un acceso altamente reglamentado, basado en cursos y titulaciones formales, en vez de explorar la vía más flexible de los países anglosajones y nórdicos. Otros países culturalmente cercanos, como Portugal y Chile, han sabido escapar de esa tentación reguladora y acercarse a modelos abiertos, centrados en evaluar competencias y el potencial del candidato, más parecidos a los sistemas de selección del sector privado.

Hay que reconocer el esfuerzo del gobierno de Sánchez por ampliar las oportunidades con programas de becas que reduzcan las barreras económicas, pero no debería perderse la oportunidad de ir más allá: construir un sistema de captación de talento para el sector público que busque perfiles diversos y valore las capacidades reales de las personas. Al fin y al cabo, la mejor administración no es la que exige más pruebas, sino la que sabe encontrar a las mejores personas para las ocupaciones más importantes: gestionar un país.

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