BarcelonaPor mucho que Pablo Casado intente hacer ver que no es cosa suya, lo cierto es que las diferentes sentencias judiciales, sean por el caso Gürtel o por el caso Bárcenas, dibujan una realidad incuestionable: el PP ha funcionado durante décadas como una organización al margen de la ley, con una contabilidad B que le permitía tanto pagar campañas electorales como reformar su sede en Madrid. La última sentencia de la Audiencia Nacional no deja lugar para la duda. El entonces tesorero del partido, Luis Bárcenas, pagó poco más de un millón de euros de las obras de reforma de la sede del PP en la calle Génova con dinero en metálico procedente de su caja B. No solo esto, sino que, a cambio de pagar una parte en negro, consiguió un descuento de las obras del 7% o el 8%, según consta en la sentencia.
Con todos estos hechos probados, el tribunal condena a Bárcenas a dos años de prisión y le impone una multa de 1,2 millones, y los responsables de la empresa constructora todavía salen peor parados, con penas de dos años y nueve meses, mientras que el PP queda señalado como responsable civil subsidiario por los impuestos que no se pagaron a la hacienda pública. Por este motivo, el partido de Casado tendrá que satisfacer la cantidad de 123.000 euros.
La justicia ya había condenado al PP como responsable civil a título lucrativo a raíz de la condena por el caso Gürtel que provocó la salida de Mariano Rajoy del gobierno español; por lo tanto, se trata de la segunda sentencia que señala el principal partido de la oposición. Además, el día siguiente de las elecciones catalanas del 14 de febrero, y para tapar su fracaso electoral, Pablo Casado anunció que el partido abandonaría la sede de la calle Génova. Pues bien, más de ocho meses después el PP todavía sigue instalado en una sede que ha quedado judicialmente acreditado que fue reformada con dinero negro proveniente de donaciones de empresarios y particulares. De manera vergonzosa, el líder del PP ha guardado silencio este jueves.
Y es que lo peor para el PP y Casado todavía tiene que venir. La sentencia delimita muy bien los hechos juzgados, y deja fuera tanto la financiación de campañas electorales como los sobresueldos, pero acredita la existencia de la caja B del partido y da credibilidad a los llamados papeles de Bárcenas. La investigación sobre el origen del dinero o su uso posterior en campañas y sobresueldos todavía está en marcha en otro juzgado, pero ya se puede dar por seguro que acabará con una nueva condena. Por lo tanto, es inútil que Casado intente esconderse porque el fantasma de la corrupción de las épocas Aznar y Rajoy lo seguirá persiguiendo.
Como hemos dicho en otras ocasiones, el caso Bárcenas no es un caso particular de corrupción, sino que el tesorero actuaba según lo que le habían enseñado sus predecesores y todo el mundo conocía en la calle Génova. El PP, pues, es un partido con una corrupción sistémica. Aún así, sus actuales líderes consideran que no tienen que dar ninguna explicación ni asumir ninguna responsabilidad política. Lo que en una democracia sólida comportaría seguramente la disolución de un partido, en España parece que no es motivo ni para hacer una rueda de prensa.