El uso del catalán no se hace solo

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Grupo de adolescentes en el SAGA, el salón del videojuego en catalán.

Este pasado fin de semana pasé por La Farga de Hospitalet de Llobregat a ver el SAGA, el salón de los videojuegos en catalán. El viernes estaba lleno de escuelas, con alumnos contentos de ir a una feria dedicada a su actividad favorita en el tiempo libre. Y casi todos hacían el mismo comentario: "No sabía que este juego también estuviera en catalán". Ponían la misma cara que yo puse cincuenta años atrás cuando oí un disco en catalán por primera vez en mi vida y me pareció increíble que aquella tecnología también estuviera disponible para nuestra lengua.

Y esto es lo que no puede ser. Porque ya no estamos a finales de los sesenta, en dictadura. Ahora casi nada debería impedirnos una normalidad generalizada. No digo una normalidad absoluta, porque, con un estado y un mercado poco o nada entusiastas detrás, siempre obtendremos obstáculos. Pero hace tiempo que nos hemos dormido. Quizás las estructuras administrativas, gubernamentales y mentales del país creen que pueden vivir de los logros de Dragon Bally de las pintadas de la Llamada en El Corte Inglés.

Con el catalán nos hemos destensado. No está claro cuáles son los derechos lingüísticos de los catalanohablantes, y el Gobierno no debe verse en corazón de hacer cumplir las leyes y los reglamentos. Como si el catalán hiciera perder votos, como si estuviéramos cansados ​​de poder utilizar nuestra lengua.

La transmisión generacional de la importancia de salvar las palabras se ha perdido en nombre de la comodidad. Vuelven los "contestar en catalán a alguien que te habla en castellano es de mala educación". Ir a Dinamarca, donde la mayoría hablan inglés, y verá si están dispuestos a prescindir del danés.

En el SAGA había muy buen trabajo de muchas empresas, algunas multinacionales, que no tienen reparos en incorporar el catalán a sus juegos. Ahora que recomiendan tantas cosas en la política, sacudemos la lengua con algo más que anuncios.

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