Las críticas literarias de Maria Carme Papell

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Mercè Rodoreda en 1981, en la inauguración de una placa conmemorativa de 'La plaza del diamante' en Barcelona

La Biblia. Ficción. Varios autores.

Me ha decepcionado mucho este libreto –uno bestseller, no lo dudo– escrito en varias manos. Una mezcla entre El señor de los anillos y la última de Carmen Mola. Lo tiene todo para impactar a un público poco exigente. Orgías, sexo gratuito, violencia y una buena dosis de aventuras y costumbrismo. El personaje principal, un héroe llamado Jesús, con toques del Mago Pop, es poco creíble. Mezcla un pacifismo pasado de moda con escenas de histeria (no se sostiene la forzada expulsión de los mercaderes del templo). Final previsible con giro de guión precipitado. Los guionistas le hacen resucitar, supongo que por exigencias de la industria. Decepcionante.

La plaza del Diamante. Ficción. Mercedes Rodoreda.

Una historia heteropatriarcal en la que la heroína no sabe hacer nada y depende siempre de los hombres. Se deja cambiar el nombre por el de Colometa sin protestar. Para la segunda edición, si la hubiere, cambiaría inmediatamente el polémico “mi estropeado” por otro mote, como “mi disfuncionalito sexual”. Me ha faltado un capítulo en el que se hable de esta problemática y se hable de las posibles soluciones, sin tabúes, para que se note que los hombres también tienen problemas sexuales. Quiebra.

Piedra de canchal. Ficción. María Barbal.

El título ya denota el machismo que empapa la novela. La protagonista es asimilada a una de las piedras que ruedan montaña abajo, por tanto, y ya desde el título, la autora está diciendo que no lo logra. Esto nos chirría a todas. Hubiera sido mucho mejor título Escarabajo pelotero, porque el escarabajo lleva una pelota de mierda, sí, pero es su mierda y la arrastra. Sugeriría ese cambio para la segunda edición. Quiebra.

Señora Bovary. Ficción. Gustave Flaubert.

Un caso clarísimo de apropiación cultural. ¿Cómo se atreve el tal Gustave a hablar de una mujer? ¿Acaso es una mujer él? La mujer tiene una relación extramatrimonial tóxica y compra compulsivamente. Esto nos interpela a todas. Queremos mujeres que no valoren tanto la ropa y se valoren más a sí mismas. Fallo e indignante.

Moby Dick. Ficción. Herman Melville.

La novela es machista por la sencilla razón de que es un campo de nabos y una incitación clarísima a la pesca indiscriminada. Que la ballena sea blanca tiene un punto de supremacismo antipático. El comienzo es de los peores de la historia de la literatura: “Llámenme Ismael”. Qué creído. Quiebra.

De todos estos libros nadie hablará en cinco años.

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