Desde que tuve ocasión de seguir de cerca los primeros pasos profesionales frente a una cámara de David Verdaguer haciendo el “reportero del bigote” del Apm? en TV3, cada éxito suyo es una gran alegría. Ahora, en menos de una semana, ha recogido el Gaudí y el Goya como mejor actor protagonista por su encarnación (no se me ocurre un concepto más preciso para definir a qué nivel ha sido capaz de llevar su interpretación) del humorista Eugenio en la película Saben aquell.
Verdaguer ha tenido el talento para transmitir aquella personalidad del seductor tímido, del hombre perplejo por un éxito que no buscaba, del artista con el síndrome del impostor, del payaso que llora por dentro, del marido egoísta que se apoya en la pareja, del padre que se dice demasiado tarde que no ha nacido para ser padre, del adulto que no sabe lo que quiere y que cuando puede, escapa. Si a esto le añadimos que Verdaguer clava el timbre de voz y los gestos, incluido el icónico levantamiento de cejas de Eugenio, estamos ante una auténtica recreación.
La réplica de Carolina Yuste es espléndida, con el retrato de la mujer de una época no muy lejana que piensa y calla, que se admira y que sufre, y eso nos lleva hasta el director, David Trueba, que le ha dado a esta historia tan cercana y tan nuestra todo el que tiempo que ha necesitado para transmitir sin prisas la infelicidad y la ternura de unos protagonistas desdichados a los que la vida sonrió fugazmente. Y aunque en las categorías de mejor película y mejor dirección este año había películas tan indiscutibles como Creatura y La sociedad de la nieve, Trueba nos ha dejado una película que son los ojos con los que a partir de ahora miraremos a ese humorista tan poco cómico que era Eugenio.
