Los ejércitos europeos podrían impulsar operaciones conjuntas contra el terrorismo yihadista.
26/06/2025
Periodista
3 min

El gasto militar es el típico tema que aprovechan los comentaristas de turno, esto significa los que deben hacer un comentario en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, para criticar a los antimilitaristas y, sobre todo, para tachar de ingenuidad el creer que se puede vivir en un mundo sin ejércitos y en paz. Sin embargo, de momento lo único que hay de cierto es que vivimos en un mundo con ejércitos que no está en paz. Un mundo sobre el que se cierne una amenaza permanente de guerra mundial, con conflictos abiertos a diferentes puntos del planeta. Un mundo que sufre unas desigualdades sociales estratosféricas y que destina un dinero igualmente desproporcionado a unos supuestos servicios de defensa que lo único que defienden son los intereses de unos ególatras incompetentes en diplomacia. Unos megalómanos votados democráticamente, algunos más que otros, que reciben los votos, paradójicamente, de quienes más sufrirán las consecuencias de sus políticas y que serán los carceleros de sus propias prisiones. Vivimos en una tierra que da vueltas todo el rato a los mismos errores sin resolverlos y cae una y otra vez, como si fuera un hecho físico inevitable. Una tierra llena de tumbas de vidas que estaban llenas y que han vaciado de repente estas armas y bombas que debemos comprar y debemos tener para defendernos de los enemigos. Una defensa que debe adquirirse también bajo amenaza, porque si no la compras te coaccionan para no comprarla. De entrada, ya te ponen la pistola en el pecho. No puede decirse que no sean coherentes. Pero de eso va la seguridad: con amenazarte constantemente. Por eso la pregunta es obvia: ¿De qué debemos defendernos, en realidad? ¿Estamos seguras en un mundo donde las bombas no nos caen a nosotros directamente pero vemos cómo aniquilan a otros seres humanos? ¿Estaremos mucho más tranquilas si nos rearmamos y destinamos impuestos a uniformes de camuflaje y aviones supersónicos, que son igualmente susceptibles de ser tumbados pero que morirán matando? ¿A quién queremos enriquecer más, aparte de los corruptos? ¿A quién, como siempre, se está beneficiando de tanta matanza, tanta destrucción y tanta amenaza? ¿Realmente es ingenuo empezar a plantarse delante de todo esto? Quizá sea imposible hacerlo ¿pero no es lo que debería pensar todo el mundo, en realidad?

Obviamente todo no tiene nada que ver con defender la postura del gobierno español, un gobierno que ahora mismo tiene suficiente trabajo con mantenerse de pie y sostener su propio modelo de corrupción y de represión. Tiene que ver con la alternativa real a un mundo que nos está haciendo cada vez más miedo, y no somos capaces de detener su deriva de personajes siniestros que consiguen que no queramos salir de nuestra madriguera de comodidad y digamos que sí a todo mientras no nos toquen lo que tenemos, a poco que sea. Es durísimo ver y reconocer cómo nos someten una y otra vez, y encima tener que oír los comentarios de quienes siempre se ponen junto al ganador, como si en realidad hubiera un ganador. En las tumbas sólo se leen pérdidas.

Pero la opción pacifista es de los ingenuos, que no entienden en qué mundo vivimos, dicen. Cuando es justamente al revés, porque es la opción más revolucionaria: cuando mejor se entiende el mundo es cuando se hace más necesario apostar por el desarme. Sobre todo porque estos individuos no son nadie sin una corte que los sostiene y unos ejércitos que reciben órdenes. Lo hemos visto cuando caían, cuando se caen. Y de batallas, ya tenemos suficiente con nuestras propias internas y contra las que, por cierto, no hay ejército que valga.

stats